Este capitulo lo tradujo TKForTheMusic
Un desafío de aceptación
Un Golem, recordaste de tus libros.
Monstruos con cuerpos hechos de roca.
ChanYeol se puso de pie al mismo tiempo
que Kai cuando el Golem se movió para atacar. Tus compañeros
jadearon.
—¡Kai, ChanYeol, no! —dijiste, e
intentaste correr hacia ellos y el Golem.
—¡No dejaré que toques a Kai! —dijo
una de tus compañeras, parándose a la defensiva entre él y Kai. La
parte superior de su cuerpo lucía normal, excepto por sus
puntiagudas orejas, mientras que su parte inferior lucía como el de
un caballo.
¿C-centauro?
—¡Perra! —gruñó el Golem,
poniéndose de pie, pero algunas de tus compañeras también se
pararon entre él y Kai, igualmente transformándose en sus formas de
semi monstruos con las que no estabas familiarizada. —¿Quieren que
les patee el trasero, perras? Bien —gruñó y estuvo a punto de
atacar.
—¡SUFICIENTE! —La voz de Kris tronó
a través del cuarto. Estaba de pie y los miraba con sus fríos ojos.
Pese a que lucía tranquilo como siempre, había un aura amenazante
en él.
La sala entera seguía de pie y mirando a
Kris con miedo, excepto quizás por Kai, quien seguía mirando al
Golem. Nunca nadie había visto de esa forma a Kris.
—Que nadie se mueva o los mandaré a la
oficina de disciplina —dijo. Si no hubiese sido Kris, cualquiera se
hubiera reído. Cualquier persona que piense que puede manipular a
todos esos monstruos estaba loca. Pero una vez más, él era Kris.
Pese a que nadie sabía qué clase de monstruo era, todos parecían
creer que él era capaz de hacer eso.
—¿Qué pasa aquí? —la señorita
Kang junto a otro profesor aparecieron por la puerta.
Nadie habló y había una oscura tensión
en la sala.
—¿Kris shi? —inquirió la señorita
Kang.
—Algunos estudiantes se transformaron.
Tuvimos un pequeño percance —respondió Kris con usual tono sin
emoción. Nadie lo contradijo. Nadie dijo nada.
—¿Un accidente? Ustedes deben ser
cuidadosos. Por un momento nos preocupó lo que podría estar pasando
aquí —reprimió la señorita Kang antes de irse con el otro
profesor.
—Regresen a sus forma humana, todos
ustedes —ordenó Kris.
Hubo una corta competencia de miradas
antes que, uno por uno, tus compañeros finalmente volvieran a su
forma humana.
—C-chicos, vamos a la Clase Especial
—dijiste, literalmente arrastrando a ChanYeol y Kai afuera de sus
remeras, mientras SeHun los seguía de atrás.
Suspiraste agradecidamente una vez que
estuvieron afuera. Si los profesores averiguasen la verdad, Kai y
ChanYeol estarían en problemas de nuevo.
¡Aish, estos idiotas!
Fue algo bueno que Kris mintiera. O quizá
lo que dijo no era exactamente una mentira. Fue la profesora quien
asumió que lo sucedido era un accidente. Y fue por la forma en la
que Kris lo dijo que le hizo pensar así.
Qué inteligente. Parece que Kris nos
volvió a salvar.
Mirando atrás, no podías evitar estar
aún más curiosa por la clase de monstruo que Kris era. Todos
parecían tenerle miedo.
Y se comportó tan genial allí,
pensaste extasiada.
Llegaste a la Clase Especial. Aún no
había nadie allí. Mandaste a Kai y a ChanYeol a sendas clases
después de que SeHun y tú les dieron sermones por casi meterse en
problemas otra vez. ChanYeol seguía discutiendo a la defensiva,
mientras que Kai parecía no escuchar. “Linda” fue todo lo que
dijo mientras te sonreía traviesamente.
—¡Arrrg! Esos dos me vuelven loca
—gemiste dejándote caer en tu escritorio mientras veías a los
otros dos a través de la ventana del salón mientras se iban.
—¡LuHan hyung! —saludó SeHun
animadamente en el momento en que LuHan entró al salón.
—Justo de lo que hablaba, puede que me
vuelva loca hoy. —Frunciste el ceño enfadada cuando LuHan se
acercó a tu escritorio. Cogió tu bolso el cual estaba en su lado
del escritorio y lo lanzó un poquito demasiado rudo sobre tu cabeza.
—¡Ya! —gritaste, recogiendo tu
bolso.
—Saca tus cosas de mi banco —dijo,
sentándose.
—¡Este también es mi banco!
—replicaste, acercándote hostilmente hacia él.
Repentinamente retrocedió, un poco
asustado. Elevaste una ceja inquisidora hasta que recordaste lo que
había pasado en la cafetería.
—Gallina —sonreíste enormemente y te
sentaste derecha.
—¿Qué dijiste?
—Dije que, ¿tienes fobia a las mujeres
o algo? ¡¿Eres gay?!
—¡¿Qué?!
Te reíste. Ser capaz de molestarle así
era un extraño cambio, y te aseguraste de disfrutar el momento. —Gay
—resoplaste, riéndote un poco más—. Él siempre anda intentando
ser rudo, pero...
—Dilo una vez más —gruñó.
Volviste a resoplar y a reírte más
fuerte que antes, mientras depositabas ambas manos sobre tu boca.
—Gay.
De pronto te empujó. Sentiste tu cuerpo
caer hacia atrás y arañaste en el aire desesperadamente para tratar
de prevenir la caída de tu silla. Repentinamente sentiste las manos
de LuHan tomándote fuertemente de los hombros justo cuando tu cuerpo
estaba casi tocando el suelo Inconscientemente te sujetaste de sus
brazos como apoyo, y estabas sorprendida cuando repentinamente se
inclinó sobre ti, su rodilla apoyada en el pequeño espacio justo
entre tus piernas.
Miraste su rostro que estaba a unos pocos
peligrosos centímetros del tuyo.
—¡Hyung! —SeHun, quien había visto
lo sucedido, los miró a ambos con horror.
LuHan te estaba mirando con una
expresión muy seria. Tragaste saliva, tu corazón empezó a latir
salvajemente.
Rápidamente se inclinó aún más cerca,
y su acción te hizo cerrar los ojos. Sentiste un veloz un golpe de
su cálida respiración en tu frente. Abriste los ojos. Sonreía
ampliamente.
—¿Qué pensaste que iba a hacer?
Gallina. —Volvió
a soplar en tu cara de nuevo, antes de pararse, dejándote caer.
Seguías tan sorprendida que no fuiste capaz de agarrar nada como
soporte, causando que finalmente te cayeras.
—AAAAAAAAH... ¡UGH! —te quejaste
cuando tu espalda golpeó el suelo.
—¡JooRi! —SeHun gritó preocupado.
Te acariciaste la espalda mientras
intentabas ponerte de pie.
—¡Hyung! ¿Qué estás haciendo?
—Pudiste oír a los quejidos enojados de SeHun.
Le diste una mirada asesina a LuHan,
quien ahora estaba sentado en su silla, dándote la espalda.
—¡YAAAAAAA! —bramaste—. TE VOY A
MATAR, DESPRECIABLE PEQUEÑO... —No pudiste terminar lo que tenías
que decir ante el sonido de tus compañeros llegando.
—Por cierto, yo no beso animales —dijo,
siguiendo sin mirarte. Pese a que sonaba tan enfadado como siempre,
sus orejas estaban rojas.
—¡ARRRRRRGH! ¡Te maldigo!
¡Despreciable pequeño demonio! —chiflaste, y regresaste a tu
asiento.
El doctor Jung llegó al rato y comenzó
con el examen. No tenías idea de lo que escribías, ya que seguías
echándole miradas a LuHan mientras murmurabas palabrotas contra él.
El examen finalmente terminó.
—Bien, bolas de pelos, no se olviden de
entregar los borradores de sus proyectos —anunció el doctor Jung
mientras terminaba de recoger las hojas con sus respuestas.
—¿Borradores de proyectos?
—preguntaste desorientada.
—Sí. Le informé a la clase la vez
pasada que necesitaban entregar los borradores hoy. Las listas
finales de los nombres, los esquemas, etcétera, etcétera.
—La vez pasada, la vez pasada...
espera, yo no estuve la última clase —murmuraste para ti—. Ya
—llamaste a LuHan.
—¿Qué? —preguntó sin siquiera
mirarte. Estaba garabateando algo en su escritorio.
—¿Hiciste el borrador?
—¿Por qué lo haría?
—¡Hoy era la fecha límite!
—No necesitamos hacerlo —dijo, con
total naturalidad, y volvió a los garabatos.
—Pero... pero...
—Bien. Voy a checar sus borradores
junto a los exámenes. Como les dije la otra vez, será el 20% del
puntaje de su examen. Pueden irse ahora. Los veo la próxima semana,
bolas de pelos —dijo el doctor Jung, y se fue.
—MinSeok ah, vamos a jugar un poco —le
dijo LuHan a XiuMin.
—Pero tenemos que estudiar. —XiuMin
dudó.
—Será sólo por un rato. —Se meció.
—Está bien. El primero en hacer cinco
goles gana —XiuMin sonrió y se fue con LuHan emocionado.
—¡Yo también quiero ir! —SeHun les
pisó los talones.
—SeHun ah, ¿no tienes que deberes de
limpieza? —le dijo LuHan.
—Oh, cierto. —El otro frunció el
ceño.
—Vámonos, MinSeok ah —dijo LuHan,
yéndose con XiuMin.
—Ya, ¡esperen un minuto! ¡YA! —Te
paraste, queriendo seguirlos, pero tus pies se chocaron con la
silla—. ¡Aish! ¡Ya!
—JooRi yah, vamos a cumplir con los
deberes. —SeHun suspiró mientras miraba abatidamente hacia donde
los mayores se habían ido.
—¡Aish! ¡Esta estúpida silla!
—resoplaste mientras le dabas a la silla una poderosa patada. Sin
embargo, sólo te lastimaste por hacer eso. Saltaste de un lado para
otro con un solo pie mientras tratabas de agarrar el otro con tus
manos—. ¡Ow! ¡Ow! ¡Ow!
—JooRi yah, ¿estás bien? —preguntó
SeHun, acercándose.
—Sí, sí. Sólo... No te preocupes.
—Suspiraste y rogaste por no tener que darle el pésame a tus pies
por un par de uñas rotas.
SeHun suspiró. —¿Siempre has sido tan
torpe, JooRi? Lo seguido que te lastimas sola me asombra.
—No tienes idea de cuánto trato de
evitarlo. Pero las desgracias parecen amarme. —Sacudiste la cabeza
desesperanzada.
—Vamos. Estoy seguro de que nuestros
compañeros de limpieza ya nos están esperando —dijo, y empezó a
caminar.
—Sí, ahora... ¿Qué? —murmuraste
agriamente cuando pasaste por al lado del escritorio de LuHan. Había
un garabato que lucía como un oso horrible. Abajo de eso, estaban
las palabras “tan ruidoso y molesto oso canoso”. ¡Aish!
¡Este imbécil!
Precipitadamente, dibujaste el rostro de
un diablo debajo y escribiste “grosero, molesto, despreciable
pequeño demonio” en letra grande.
—JooRi yah —te llamó impacientemente
SeHun desde la puerta.
—Sí, sí, ya voy —le dijiste, y
terminaste el dibujo.
Los dos regresaron al aula con SeHun
murmurando sobre querer terminar temprano para poder alcanzar a LuHan
en el campo.
Sus compañeros de limpieza te indicaron
vaciar los contenedores de basura, mientras que arrinconaron a SeHun
con otras tareas que podían hacer juntos.
Te dirigiste hacia los incineradores de
basura del colegio, pero antes de que pudieses continuar con la
tarea, sentiste un brusco empuje en tu espalda, lanzándote al suelo.
Los contenedores de basura se tumbaron contigo, desparramando el
contenido. Te diste vuelta para ver la chica centauro y sus amigas,
mirándote.
—¿Qué quieren? —preguntaste.
—¡Que te pudras, perra! ¡¿Por qué
siempre los metes en problemas?! —dijo una de ellas mientras te
tironeaba fuertemente del cabello.
—¡Váyanse! —gritaste siendo
empujada hacia arriba del cabello.
—Mantuvimos silencio sobre lo que pasó
porque ellos te eligieron como manager, y no queríamos darles
problemas, pero jódete, perra, ¡no puedes hacer nada bien! —dijo
otra mientras te sujetaba de la cabellera y te lanzaba de nuevo al
piso.
—¡Paren! —gritaste.
—¿Que paremos? Parar, ¡¿huh?! —La
chica centauro intentó tomarte del cabello de nuevo, pero
desesperadamente intentaste de apartarla. Te tomó con fuerza de las
muñecas mientras literalmente se sentaba encima de ti. Forcejeaste,
pataleando a la nada y tratando de liberarte de su agarre. —¡Los
sigues metiendo en problemas pero ni siquiera puedes protegerlos!
Diablos, ¡ni siquiera puedes protegerte a ti misma! —chilló,
abofeteándote con fuerza.
Gruñiste adolorida ante el impacto.
Sentiste el salado y metálico sabor a sangre en tu boca. Forcejeaste
con esfuerzo, pero sus amigas clavaron tu cabeza y piernas en el
suelo.
—¡Eres un asqueroso parásito! ¡¿Por
qué siquiera estás aquí?! Regresa con esos humanos. ¡Perteneces a
esa basura! —chilló, continuando con las cachetadas mientras tú
tratabas con desesperación cubrirte con los brazos.
—¡Para! ¡Para! —exclamaste.
—Eres tan patética, ¡me das asco!
Mantente alejada de ellos, ¡¿me escuchas?!
—¡¿Qué diablos están haciendo,
niñas?!
Las chicas se voltearon hacia dónde
provenía la voz.
—Agradece que no estamos en nuestras
formas de monstruos. Pero la próxima vez que hagamos esto, ¡estás
muerta! —chisporroteó y todas escaparon.
—¡Dios! ¡¿Estás bien?! —Una mujer
de edad media, la cual reconociste parte del personal de limpieza por
su uniforme, se precipitó hacia tu lado y te ayudó a
reincorporarte.
Te pusiste de pie y te desempolvaste
mientras ella examinaba tus heridas.
—Ve a la clínica. ¡Ahora! Iré a
perseguir a esas chicas —te indicó.
—No hace falta, señora. Las conozco.
—Ah, ¿es así? —preguntó,
shockeada—. ¡¿Cómo pudieron hacerte esto?! Aish. Asegúrate de
reportarlas. ¡Niñas locas! Y si necesitas un testigo, dime, ¿de
acuerdo? Aquí está mi nombre —te ofreció, mostrándote su
identificación del personal.
—Muchas gracias por ayudarme, señora
—le dijiste mientras recogías los cubos de basura.
—No, no, yo me ocuparé de eso. ¿A qué
clase?
—Segunda clase, Estrella.
—Bien. Ve entonces. Haz que te traten
esas heridas —dijo espantándote para que te fueras.
—Por cierto, señora, por favor, no le
diga a mis compañeros sobre lo que pasó. No quiero preocupar a mis
amigos. Arreglaré esto con los profesores yo sola —le dijiste,
sabiendo que SeHun seguramente se preguntaría por qué otra persona
traía los cubos—. Por favor, diles que tuve que irme a otro lugar.
Y si es posible, ¿podrías decirle a un chico llamado Oh SeHun que
se lleve mi bolso? Más tarde iré a buscarlo a su dormitorio.
—¿Hmm? Entendido, entendido. Vete
ahora.
Caminaste hacia la clínica con las
rodillas temblando. Pese a que Lee HeeJun te había amenazado un par
de veces antes, jamás habías estado en una pelea de verdad que te
hubiese dejado tan mal. No podías imaginar cuán peor hubiese sido
si las muchachas estuviesen en su forma monstruosa. Probablemente
estarías muerta.
Soy afortunada,
pensaste, recordando la advertencia que habían hecho antes de irse.
—Por el nombre de Jian Bing, ¿qué te
pasó? —exclamó el doctor Jung cuando te vio.
—Lamento la visita. Resulta que tenías
razón —murmuraste.
Suspiró derrotado, ni siquiera
necesitaba preguntar para saber lo sucedido. —¡Estás hecha un
desastre! Ven aquí.
Te sentaste en una de las camas de la
clínica y el doctor Jung trajo sus herramientas.
—¿Quién es Jian Bing? —preguntaste
despreocupadamente cuando hubiese regresado.
—Una criatura legendaria de tiempos
lejanos —dijo, y empezó a limpiar los rasguños en tu rostro.
—Oh. No sabía que los monstruos tenían
leyendas. Ya que ustedes son el centro de la mayor cantidad de
leyendas en el mundo humano. —Te reíste.
—¿Cómo puedes reírte en un momento
como este? ¿Perdiste la cabeza? —te reprendió en un tono que
parecía ser despreocupado.
—Ow —murmuraste cuando tocó la
herida en la comisura de tus labios—. ¿Qué debería hacer
entonces, llorar? Como si eso fuera a cambiar algo —enfurruñaste.
Él sacudió la cabeza y suspiró.
—Doctor Jung, usted tiene los archivos
médicos de todos los estudiantes de mi clase, ¿verdad?
—Sí, ¿qué con ellos?
—¿Puedo echarles un vistazo? No se
preocupe. Sólo miraré las imágenes y los nombres.
—¿Por qué los necesitas? —preguntó
sospechosamente.
—Necesito sus nombres para reportarlas
—respondiste casualmente. El doctor Jung comprendió que te estabas
refiriendo a las personas que te habían lastimado.
—Dios. ¿Cómo puede ser que no sepas
los nombres de tus compañeros? —dijo, limpiando las raspaduras de
tus rodillas.
—No tenía la necesidad. No es como si
fueran mis amigas ni nada. Ni siquiera les caigo bien. —Te
encogiste de hombros.
—Te conseguiré esos archivos después.
Primero, déjame terminar de curarte —dijo mientras aplicaba una
pomada en tus heridas, haciéndote jadear del dolor—. Me alegra que
finalmente tengas el sentido común de reportarlas.
—Lo aprendí la vez pasada. Nada va a
pasar si sólo me quedo esperando a que se cansen de esto.
—Bien. ¿Y?
—¿Y?
—¿Qué más?
—¿Qué quiere decir con “qué más”?
El doctor suspiró. —Por ejemplo, tus
amigos. Juzgando por la mirada que me estás dando, interpreto que no
tienes planes en decirles. De nuevo.
—No puedo. —Suspiraste—. Como dije
antes, lo aprendí de la vez pasada. No puedo arrastrar a ninguno de
ellos en ningún desastre mío. Si algo malo les pasa a ellos por mi
culpa, no sé si seré capaz de volver a salvarlos. No seré capaz de
vivir conmigo misma.
El doctor Jung cubrió tu lastimadura con
una gasa con un poco demasiada fuerza.
—¡Ow! —gritaste.
Te ignoró y empezó a guardar sus
herramientas.
—No crees que esté haciendo lo
correcto, ¿verdad?
—No importa lo que yo piense. ¿Qué
hay de ti? ¿Crees que estás haciendo lo correcto?
Jugueteaste con el dobladillo de tu
remera y te retorciste incómodamente. —Bueno, me... me siento un
poco culpable. Lay me hizo prometer que les diría sobre eso. Pero no
puedo. Este es mi
problema. No les puedo arrastrar. Además, necesito aprender a
levantarme sola.
—Si eso es lo que quieres. —Suspiró
y desapareció detrás unas casillas. Cuando regresó, te tendió los
archivos. Encontraste los cuatro nombres en un instante.
—Gracias —dijiste, devolviéndole los
archivos.
—No, no. Sólo no le digas a nadie
sobre esto. Esos archivos suponen ser confidenciales —dijo,
desapareciendo de nuevo tras las casillas para guardarlos. —Entonces,
¿qué vas a hacer en cuanto a tu
problema?
—Doctor Jung, quiero ser más fuerte.
Por favor, dime cómo —dijiste.
—¿Hmm? —volvió de las casillas y te
miró con curiosidad.
—En realidad, tengo muchas preguntas.
Se las tendría que haber dicho antes, pero honestamente, no quería.
Las estuve evadiendo. No quería saber las respuestas. Todavía no
puedo incorporar el hecho de que soy un monstruo. Y, para serle
honesta, tampoco quiero reconocer que lo soy. Pensé que si ignoraba
esas cosas, que si las continuaba negando, se terminarían cumpliendo
y sería capaz de regresar a la vida que antes tenía —murmuraste,
tironeando un hilo suelto de tu camisa—. Es por eso que estaba
siendo tan despreocupada con esos... temas... de monstruos. Cuando
hablé de esas cosas con los otros, sinceramente no pensé en mí
misma como una de ellos. Aprender de monstruos se siente como
aprender algo nuevo del mundo. Nunca pensé se aplicara a mí. Sentí
que si empezaba a interesarme sobre todo el tema, sobre mi condición
de monstruo, no sería capaz de regresar. Cuando no pude liberar
ningún Core, y no podía hacer nada más allá de lo humano, fui
feliz. Y quería cosas para seguir así. No quería cambiar en nada.
El doctor Jung se recostó sobre la pared
contraria a ti. No dijo nada y esperó a que continuaras.
Te mordiste el labio, como si estuvieras
debatiendo mentalmente. —Pero fui estúpida, ¿no? Estoy aquí. Soy
un monstruo. Esta es la realidad. Y no puedo escapar de esto. No
puedo... escapar para siempre.
—Entonces, ¿qué intentas decirme?
—preguntó el doctor Jung.
—Que por primera vez, hoy, me sentí
decepcionada de no poder liberar mi Core. Me sentí incompleta, como
si una parte importante de mí faltara. Quiero saber sobre mí,
doctor Jung. Quiero saber sobre mi lado monstruoso. Y...
—¡Los sigues metiendo en problemas
pero ni siquiera puedes protegerlos! Diablos, ¡ni siquiera puedes
protegerte a ti misma! —Lo
que tus compañeras habían dicho seguía haciendo eco en tu cabeza.
—Es por esto que me sigo metiendo a mí
y a los demás en problemas. Me siento muy débil e inútil ahora
mismo. Si quiero sobrevivir en esta escuela, tengo que ser fuerte.
Doctor Jung, tú me trajiste aquí. Y conocías a mi padre. Creo que
eres la mejor persona para responder mis preguntas.
El doctor Jung sonrió, como si hubiera
estado esperando todo ese tiempo para escucharte decir esas cosas.
—¿Qué es lo que quieres saber?
—Bueno... —Pensaste por un momento.
Había un montón de preguntas nadando en tu cabeza, tantas que no
sabías por dónde empezar—. Bueno, primeramente, ¿por qué no
puedo usar mi Core? ¿Por qué no puedo transformarme? ¿De verdad
soy tan estúpida?
—Tu estado de monstruo, tu Core, ha
estado suprimido por mucho tiempo. Sólo porque se haya despertado,
no quiere decir que puedas controlarlo correctamente. El Core, es una
cosa muy compleja. Lleva años para cualquiera dominarlo. Y creo que
esa es una de las razones por la cual los monstruos viven más que
los humanos. Si el Core fuese fácil de manejar, ¿crees que el
colegio seguiría enseñando sobre eso? ¿Tienes idea de cuántos
años tienen los otros estudiantes?
—Bueno, JiMin dijo que tiene algo más
de ciento treinta, si es que recuerdo bien.
—Es cierto. La mayoría de esos
monstruos han vivido todas sus vidas sabiendo lo que son, y todavía
tenían por aprender. ¿Cuánto tiempo ha sido para ti? ¿Semanas?
¿Un mes? Además, una gran parte de ti es mayormente humana, lo que
dificulta el control. No tiene nada que ver con ser estúpida. Pero
déjame que te diga el verdadero problema. El problema —dijo,
acercándose a ti, y señalando tu corazón—, está aquí. Si hay
una cosa importante que tienes que saber sobre el Core, es que es
parte de ti. No es suficiente con saber que está ahí. Necesitas
reconocerlo, tienes que aceptarlo.
—E entonces... si acepto... que soy un
monstruo... ¿Seré capaz de controlarlo?
El doctor Jung se palmeó la cara. —¿No
estuviste escuchando? Te dije que controlar el Core es difícil
principalmente porque el 87,5% es humano y sólo el 12,5% es un
monstruo. —Suspiró—. Pero aun así, es un comienzo. —Sonrió.
—Sólo tengo que aceptarlo...
—murmuraste.
—La manipulación del Core es difícil
para los sangre pura, y mucho más para los que son en parte humanos.
Imagínalo así, tu parte humana y tu parte monstruosa son dos
estudiantes que son emparejados para un proyecto. Si no se caen bien,
si no se reconocen como compañeros, ¿piensas que puedan trabajar
juntos? —preguntó adrede.
—No. —Frunciste el ceño, pensando en
que esa era una descripción perfecta de ti y LuHan. Y probablemente
deberías pedirle ayuda al doctor sobre eso. Pero podía esperar. Por
ahora, tenías preguntas más importantes que necesitabas formular—.
Entonces bien. Empezaré por allí. Haré lo que usted me dijo.
El doctor Jung asintió.
—Pero, ¿de verdad puedo transformarme?
—¿No es por eso que te desmayaste
cuando te encontramos inconsciente en tu baño?
—Lo sé. Pero la gente me ha estado
diciendo que los de la Clase D no se transforman. Así que estoy
realmente confundida. Mi identificación dice que soy Clase D, ¿pero
cómo me transformé en ese entonces? A veces es tan confuso que creo
que estoy soñando. Y además, JiMin me dijo que el colegio no acepta
a los de la Clase D. De verdad que no lo entiendo. ¿Realmente se
supone que pueda estar aquí?
—No todas las cosas como las
esperábamos. ¿No es así la vida? A veces, creemos que sabemos lo
que va a suceder, pero de pronto ocurre algo que no nos esperábamos.
¿Acaso no aman los humanos creer en la magia y los milagros?
—Así que... ¿Es eso? ¿Esa es la
explicación? ¿Soy una especie de milagro? ¿Está seguro de que no
soy una maldición?
—¿Por qué dices eso? —Se rió.
—Cosas malas me estuvieron sucediendo
desde que llegué aquí. —Frunciste el ceño.
—Bueno —dijo pensativamente—. Puede
que no estés dotada en algunas
partes, pero fuera de eso, no
creo que seas una maldición.
—¡Aish! ¿Cómo puedes convertir a
todas las conversaciones en algo pervertido?
—¿Qué? Sólo decía la verdad. —Se
encogió de hombros.
Suspiraste. —En cualquier caso, ¿no
puede darme una mejor explicación? ¿Cómo se supone que digiera
todo eso? Y la gente me ha dicho que no pertenezco aquí. ¿Qué se
supone que les diga? “Oh, no, pertenezco aquí porque soy una
especie de milagro”.
Se rió. —Bueno, si de verdad quieres
saberlo, sería mejor que averiguaras esas cosas por ti misma.
—¿Qué? ¿Qué debo hacer?
—gimoteaste.
—No te preocupes, estás yendo por el
camino correcto. Mientras más sepas de la naturaleza de los
monstruos, más descubrirás sobre ti misma. No sería divertido si
lo sabes todo desde el inicio. Se supone que cada día aprendamos
algo nuevo sobre nosotros y sobre las cosas que nos rodean. ¿No es
eso lo que hace a la vida interesante?
—Ah, ¡¿qué es esto?!
—Además, esa gente de la que hablabas,
en vez de explicarles por qué debes estar aquí, ¿no es mejor si se
lo demuestras?
—Bien. —Suspiraste—. Entonces, sólo
una cosa más. ¿Puede decirme, al menos, qué clase de felina soy?
—Eso es algo que deberías descubrir
por ti misma. —Sonrió.
Diste un largo suspiro hacia el cielo,
rindiéndote. —Lo sabía. Supongo que iré y empezaré a descubrir.
—¡Buena idea! Ahora, si me disculpas,
yo también tengo un par de descubrimientos por hacer —dijo,
empujándote para que te fueras.
—¿Qué es esto? ¿Cómo puedes sacar a
patadas a una paciente tan felizmente? —gruñiste.
—El horario del trabajo terminó. ¡Es
mi tiempo libre! Vete ahora —dijo, y cerró la puerta.
—Ah, de verdad —murmuraste, y te
fuiste por tu camino.
Caminaste por los alrededores sin rumbo,
mientras pensabas en todo lo que te había dicho el doctor Jung.
Habías anticipado aprender más, pero él sabía mejor de las cosas,
por lo que decidiste confiar en su decisión.
Te sentaste en un banco cercano, aún
perdida en tus pensamientos.
—Si hay una cosa importante que
tienes que saber sobre el Core, es que es parte de ti. No es
suficiente con saber que está ahí. Necesitas reconocerlo, tienes
que aceptarlo.
—Aceptarlo, ¿huh? —murmuraste, y te
recostaste, tu cabeza apoyada en el banco y mirando hacia el cielo.
Miraste a las nubes pasar, lentamente pero constantemente cambiando
de forma, mientras perezosamente viajaban a donde sea que se
dirigieran.
Quizás, pueda ser como las nubes.
Puede que sea lento, pero también cambiaré lentamente, siempre que
continúe avanzando hacia adelante, meditaste
con los ojos cerrados.
Todavía había una pequeña parte de ti
que no se acostumbraba a los asuntos de los monstruos. Hacía un poco
más de un mes que te habías enterado que eras esa clase de
criatura, la cual nunca en tu vida habías sabido de su existencia.
Quizá debías empezar a dejar atrás el pasado y empezar a despertar
y aceptar la realidad de que nunca volverías atrás. Que esta era
nueva vida.
Abriste los ojos y pestañaste un par de
veces, sorprendida. Esperabas ver las nubes, pero en lugar de eso
viste el rostro de Lay, que curiosamente te miraba desde arriba.
—¡Lay! —exclamaste.
—¿Una moneda por saber tus
pensamientos? —Sonrió.
—Tu dinero no lo vale. —Reíste,
reincorporándote.
Lay dio la vuelta hasta quedar frente a
ti y se detuvo a un par de pasos. —¿Te molesta si me siento?
—¡Por supuesto que no! Adelante.
Se sentó, dejando una bolsa a su lado.
—¿Qué te pasó allí? —preguntó cuándo notó los aún frescos
y rojizos rasguños en tu rostro. Su expresión se crispó de
preocupación cuando también vio la herida en tu rodilla—. ¡Estás
lastimada! ¿Qué pasó?
—¡Oh! Me... me caí —respondiste,
sin mirarlo a los ojos—. No te preocupes, el doctor Jung ya las
curó.
—JooRi, deberías cuidarte mejor. —Su
rostro estaba lleno de preocupación mientras suavemente levantaba tu
barbilla y miraba la rojiza y leve hinchazón en la esquina de tus
labios.
—¿Q-qué es eso? —preguntaste
intentando cambiar de tema mientras señalabas la bolsa que llevaba
hace un momento.
—Oh, ¿esto? Son galletas —respondió,
abriéndola para que pudieras ver el contenido.
—¿Tú las hiciste?
—Sí —dijo tímidamente—. Ya que
nadie usa la cocina por los exámenes, le pregunté a D.O. si podía
enseñarme a hornearlas.
—Wow. Huelen bien. ¿Puedo probarlas?
—Bueno. Es la primera vez que lo hago,
así que no creo que sepan bien. En realidad, están un poco duras
—dijo, rascándose la cabeza.
—Tengo dientes fuertes —bromeaste,
sonriendo ampliamente para que pudiera ver tus dientes.
—Bien, adelante. Pero no digas que no
te lo advertí.
Tomaste una y te molestaste en apreciar
cómo lucía antes de comerla. Te tomó dos mordidas comerla entera.
—Gueno —dijiste masticando y riendo—. Eztá um poco gura.
—Te lo dije. —Se rió—. Las cociné
demasiado.
—Pego el zabor ez realmente —dijiste
masticando con más fuerza los pedazos y tragándolos con un ruidoso
“snap”— bueno.
—¿En serio?
Asentiste mientras dabas otra fuerte
mordida a la galleta.
—Ey, dame eso —dijo mientras te
sacaba la galleta—. Perderás todos tus dientes si continúas
comiéndola. Te cocinaré otras. Y prometo que estarán perfectas la
próxima.
—¿De verdad? Entonces lo anticipo.
Pero por las dudas, traeré mucha agua —bromeaste, y ambos rieron.
—¿Hay algún problema, JooRi?
—preguntó luego.
—¿Hmm?
—Es que pareces preocupada.
—Ah, no es nada. Sólo tenía un par de
cosas para pensar —respondiste despectivamente.
—JooRi —dijo mientas te tomaba de la
barbilla y suavemente limpiaba con su pulgar los rastros de galleta a
los costados de tu boca—. Si hay algo que te molesta, siempre
podrás contarme. Puede que no sepa solucionarlo, pero me esforzaré
para ayudarte.
Lo miraste, un poco sorprendida, un poco
perpleja, y otras miles emociones que cruzaban por tu rostro. Te
sonrió con sinceridad con una mirada preocupada, su pulgar
acariciando con gentileza el lugar justo debajo de la herida en tu
labio.
Lay...
Suavemente deslizó su pulgar al labio
inferior, deteniéndose en el centro, antes de dejarlo en la pequeña
curva entre tus labios y tu barbilla.
Lo miraste. Él también lo hacía. Tu
corazón latía descontroladamente en tu pecho. No sabías lo que
pasaba. Todo lo que sabías que sólo podías mirar a Lay. El resto
estaba borroso. Podías perderte en sus ojos y olvidarte del resto
del mundo... hasta que un algo te golpeó fuertemente detrás de tu
cabeza, trayendo tu mente a la realidad.
—¡Ow! —gritaste frotando la zona
golpeada.
—JooRi, ¿estás bien? —dijo Lay
preocupado mientras intentaba examinar tu cabeza.
—Lo siento, se me resbaló la pelota.
Miraste hacia arriba y viste a LuHan
dirigiéndose hacia ustedes.
¡Este demonio de nuevo! ¡ARRRGGGGH!
—¡LuHan, sé cuidadoso! ¿Y por qué
traes la pelota aquí? Se supone que la dejes en la sala de los
casilleros —reprimió Lay.
—Es mía. XiuMin y yo estuvimos jugando
hace un rato —le dijo LuHan, recogiendo la pelota.
—JooRi, ¿estás bien? —preguntó
Lay.
—Sí, sólo me sorprendí —respondiste.
Miraste a LuHan quien no lucía para nada arrepentido mientras te
miraba girando la pelota con sus manos. Le frunciste el ceño y
murmuraste una palabrota.
—Dije que fue un accidente —dijo.
—Sí, como sea.
—¿Qué es eso? —le preguntó a Lay,
asintiendo hacia la bolsa abierta de galletas.
—Algunas galletitas que D.O. me enseñó
a hornear —respondió.
LuHan tomó una y la mordió un poco,
pero falló en el proceso. —¿Qué es esto? ¿Lo hiciste de rocas o
qué?
—Están quemadas. —Lay rió
avergonzado—. De todas formas, ¿necesitabas algo?
—Estaba buscando a este oso canoso
—respondió LuHan como si no estuvieras allí, mientras sacudía la
pelota hacia ti.
—Ah, ¿es así? Me iré entonces —dijo
Lay—. JooRi.
—De acuerdo. Te veo luego.
—Sí. Te veo más tarde —dijo Lay y
se marchó, llevándose las galletas de piedra.
—¿Qué? —preguntaste a LuHan con un
gesto irritado un momento después.
—Mira, con respecto al proyecto...
—¡Oh, wow! ¡¿En realidad te
interesa?! —preguntaste sarcásticamente.
—Ya, sólo escucha...
—¿Sabes qué? Ya no me importa. Haz lo
que quieras. Haré el proyecto yo sola, ¿entendido? —dijiste, y te
alejaste a pie.
—Ya, ¿no puedes sólo...?
—¡¿Qué?! —preguntaste, ahora de
verdad enojada—. ¿Por qué estamos teniendo esta conversación
cuando claramente a ti no te importa? ¿Sabes qué? ¡Olvídalo! Iré
a preguntarles a mis amigos humanos si conocen algún monstruo.
Te alejaste frustrada con un aura oscura.
—¡Aish! Nunca escucha. —LuHan se
frotó la cabeza bruscamente con exasperación mientras te miraba
irte—. Molesto oso canoso.
......................
Aquí les dejo las imagenes del Golem y el Centauro:
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