El Zorro de las Nueve Colas
Dejaste
de jugar con el mantel y miraste asombrada a Kai. Este podría haber
sido el momento adecuado para hacer preguntas. Él se estaba abriendo
y te había dicho algo muy importante. Pero no podías. Te sentaste
allí, congelada, tu mente en negro, tu corazón latía con fuerza
contra tu pecho.
Kai
apoyó un brazo en su rodilla y levantó la mano cerca de su cara.
—Yo
lo maté con esta misma mano. Todavía puedo recordar como mis dedos
se clavaron en su pecho, como podía sentir su corazón latiendo en
mi mano —dijo, mirando su mano como si él no la reconociera.
Entonces repentinamente la cerró en un puño, haciendo que te
encogieras. Y por un momento, casi podías imaginar el corazón de su
hermano, aplastado en su mano.
Bajó
su mano y miró hacia atrás, a la distancia. —Así que no importa
si salto clases o no, o si no puedo ser el mejor en algo. Él estaba
en lo cierto; no soy más que una vergüenza. No importa lo que haga,
nunca voy a ser un buen hijo. No para él. Ni para nadie. ¿Respondí
a tu pregunta?
Te
observó a su manera, mirándote fijamente a los ojos. Abriste tu
boca para hablar, pero no podías encontrar las palabras para
contestarle. Sólo podías mirar hacia atrás, pero incluso eso era
cada vez más difícil con cada segundo que pasaba. Su mirada se
mantuvo pegado en ti, sus ojos buscando los tuyos.
Una
brisa suave pasó, rompiendo ligeramente el silencio ensordecedor, ya
que agitaba suavemente las hojas de los árboles cercanos. Kai
sonrió, la sonrisa más solitaria que jamás habías visto.
̶—Yo
no soy digno de tu preocupación —dijo, dándose la vuelta en el
suelo y apoyando un brazo sobre su frente, justo encima de sus ojos.
Apartaste
tu mirada lejos de él y dejaste caer tu cabeza, avergonzada. SuHo
estaba en lo cierto. No debías presionar en asuntos que no tenían
nada que ver contigo. Cuando lo molestaste por esto, sabias que
probablemente estabas jugando con fuego, pero no esperabas que él te
diera una bomba. No deberías haber preguntado, porque ahora no
sabías qué hacer.
Pensaste
en HyeBin, tu mejor amiga en casa. ¿Qué hubiera hecho ella en esta
situación? Cada vez que estabas mal o cuando estabas en una
situación en la que no sabías qué hacer, ella siempre tenía las
palabras correctas para animarte y moverte en la dirección correcta.
Siempre sabía qué hacer. Cuanto deseabas poder ser como ella justo
ahora, solo por un momento.
Ninguno
de los dos dijo nada. El silencio era agonizante, y sabías que no
serías capaz de respirar por un segundo más si esto continuaba.
Lo
miraste de nuevo, sin esperar que él también te estuviera mirando.
—No
me mires así. Yo no te hablé sobre esto para que me mires así
—dijo, sonriendo ligeramente.
—Gumiho
—murmuraste.
—¿Qué?
—te preguntó confundido, moviendo su brazo lejos de su frente
para poder mirarte mejor.
—Aquella
vez, en la cancha, tenías un montón de colas. Eres un gumiho
¿cierto?
Te
sentiste horrible. Y estúpida. Él claramente no quería hablar
sobre lo ocurrido por la forma en la que evitaba el tema, pero tú
seguías molestando al respecto. Y a pesar de que estaba tratando de
actuar de manera fría, sabías que lo que te dijo era un tema
delicado. Pero ahí estabas, evitándolo. Kai probablemente te había
dicho uno de sus más oscuros secretos, y la primera palabra que
dijiste fue gumiho.
Soy
la peor.
—¿Crees
que soy un gumiho
sólo porque tenía un montón de colas? —Kai respondió, sin que
pareciera importarle.
—Yo
no sé sobre otra criatura que tenga tantas colas.
—Bueno,
tienes razón. —Se rió—. Soy un gumiho.
—Así
que realmente eres un zorro —dijiste y esbozaste una sonrisa—. No
tenía ni idea de que esos folklores sobre gumihos fueran reales.
—No
todo.
—¿Cómo
qué?
—Primero,
no estamos locos por el hígado.
—Oh
—reíste entre dientes.
—Realmente
no sé de dónde los humanos consiguen esas ideas locas sobre los
monstruos. El ser humano es raro —murmuró.
—Ey,
¿puedo ver tu forma de monstruo?
Kai
te dio una mirada de asombro, como preguntándose si había oído
bien.
—Está
bien si no quieres mostrarme —dijiste.
—Está
bien, pero, ¿estás segura? —te preguntó, alzándose de su
posición sentada.
Tú
te encogiste de hombros, sonriendo.
—Entendido.
Normalmente no muestro mi forma monstruo a otras personas, pero
—dijo, poniéndose de pie—, ya que tú lo pediste. —Te dio su
acostumbrada sonrisa pícara.
De
pronto saltó de la azotea. Te pusiste de pie por instinto y
sorprendida por su acción repentina. No sabes cómo sucedió; fue
demasiado rápido para que tus ojos pudieran ver, pero cuando Kai
aterrizó, una gran bestia blanca apareció en lugar del chico
humano. Podrías haberlo confundido fácilmente con un lobo si no
fuera por las nueve colas blancas que flotaban detrás de él. Era
enorme, probablemente más grande que un oso.
Tenía
extrañas pero hermosas marcas rojizas en todo el cuerpo; en la
frente, en el pecho, en el borde de cada una de sus colas, en sus
patas, y una más grande en la espalda que iba desde la base del
cuello hasta su cintura.
Caminó
alrededor de la azotea de una manera rápida y elegante, los músculos
de sus fuertes piernas se contraían con cada movimiento. De repente,
saltó hacia arriba y aterrizó frente a ti, gruñendo. Tropezaste
hacia atrás y aterrizaste sobre tu trasero, boquiabierta, tus ojos
abiertos tan amplios como tu boca.
Él
se rió, su fuerte voz resonó como un trueno suave. Dio la vuelta a
tu alrededor en ese pequeño espacio en el techo, manteniendo al
mismo tiempo sus grandes ojos color entre un rojo y naranja fijos en
ti.
Esos
ojos.
Lo
seguiste con la mirada, teniendo en cuenta los detalles majestuosos
de su forma de monstruo. Se detuvo frente a ti, mirándote con esos
hermosos ojos que parecían fuego.
Te
diste cuenta de que era realmente enorme. Solamente su cabeza era
probablemente tres o cuatro veces el tamaño de la tuya.
Lentamente
levantaste una mano temblorosa, intentando tocarlo. Kai se agachó un
poco ya que todavía estabas sentada en el suelo. No estabas segura
de si tus piernas tenían la fuerza para ponerte de pie. Bajó la
cabeza para encontrarse con tu mano extendida. Contuviste el aliento
mientras tu mano tocaba su hocico. Su piel era suave y cálida, al
igual que su luz sanadora de hace un momento.
Finalmente
te pusiste de pie, y extendiste la otra mano para tocarlo. A pesar de
que estuvieras de pie, la forma monstruo de Kai era todavía más
alta que tú. Tu cara estaba nivelada con su pecho.
Pusiste
tu mano a un lado de su cara y deslizaste la otra mano desde la nariz
hasta su largo hocico. Acariciaste la suave piel de su frente,
trazando las extrañas marcas con los dedos. Moviste tus manos a sus
orejas que eran más grandes que ellas, y se retorcieron cuando
tocaste las puntas, haciéndote quitar tus manos de allí. Te
centraste de nuevo en sus ojos. Te seguía mirando, sus ojos
seduciéndote, con ese brillo travieso familiar que solían tener en
su forma humana.
Tocaste
sus orejas de nuevo, y suspiraste una risa fascinada. Eran suaves y
blanditas. Las apretaste suavemente en tus manos.
—Yah,
yo no soy una mascota en caso de que lo hayas olvidado —se rió, su
voz retumbando de nuevo. Pero estabas segura de que su boca no se
había movido.
̶—¿Estás
hablando... dentro de mi cabeza?
—No
—se rió entre dientes.
—Pero
tú boca no se movió. ¿Cómo estás hablando?
—No
somos los animales tontos de Disney —rió—. Simplemente es así.
Le
diste un asombrado “oh”. Deslizaste tus manos por su cuello y por
su pecho donde había otro grupo de marcas. Kai siguió observándote
mientras dejaba que tus manos lo exploraran libremente.
—¿No
es esta la parte donde corres al baño y vomitas? —bromeó.
—Esta
vez no —reíste ligeramente.
Moviste
las manos hacia su mandíbula, y rozaste su largo hocico justo debajo
de la boca, tocando los bordes afilados de lo que estabas segura que
eran grandes colmillos.
—¿No
tienes miedo? —te preguntó.
—No.
Eres hermoso —suspiraste, ahora acariciando inconscientemente los
lados de su cuello.
—Pero
yo no soy la hermosa criatura que crees que soy —dijo, riendo
suavemente—. Yo soy un monstruo.
Por
la forma en la que dijo monstruo, sabías que no se refería a su
naturaleza biológica. Se refería a sí mismo como persona.
—No
lo eres —contestaste, inconscientemente aferrándote a su pelaje.
—No
tienes que esforzarte tanto, está bien que me lo digas. Lo he oído
muchas veces de otras personas. Yo estoy acostumbrado. Y tienen
razón. ¿Qué clase de persona mata a su propio hermano? Así que
dilo JooRi. Prefiero escuchar lo que realmente piensas. Soy un
repugnante asesino.
Observaste
sus grandes y hermosos ojos. El brillo travieso se había ido. Y lo
sabías. Por el aspecto que tenía cuando revivió la muerte de su
hermano; cómo su voz sutilmente temblaba mientras hablaba sobre
ello; y por el dolor que estaba ahora claramente en sus ojos. Tú
sabías que él estaba sufriendo. Él siempre había sido perseguido
por estas sombras de su pasado. Pero lo que lo hacía parecer tan
doloroso era la forma en que actuaba, como si no hubiera nada malo.
No
podías soportar mirarlo por más tiempo. Tu pecho te dolía. Y más
aun mirando esos ojos que mantenían todas sus emociones para sí,
que no mostraban que se estaba desgarrando su corazón. Tú sólo te
quedaste parada mientras movías tus brazos alrededor de su cuello,
presionando un lado de tu cara contra su pecho.
—Ya...
—lo oíste murmurar.
—Tú
eres quien no debería intentar tan duro. Nadie podría estar bien
con eso, tonto.
Kai
se puso tenso, sobresaltado. Pero estabas demasiado perdida en tus
propios sentimientos como para darte cuenta.
—No
me importa lo que otros piensan de ti. La persona que conocí es un
idiota molesto al que le encanta meterse en problemas con ese otro
idiota, Chanyeol. Él parece inteligente, pero actúa más de lo que
piensa cuando se trata de sus amigos, y se mete en más problemas. Y
es pervertido, lo que lo hace más molesto. Pero lo que más me
molesta es cómo finge que está bien aunque realmente no lo esté
—dijiste, deteniéndote un poco, tratando de recuperar el control
sobre tu voz temblorosa, lentamente, mientras tratabas de luchar
contra las lágrimas que amenazaban con formarse en la esquina de tus
ojos—. Eso es lo que pienso. Y también creo que está bien no
estar bien. Así que deja de tratar de actuar de manera fría, tú,
idiota —dijiste, abrazándolo con más fuerza.
Kai
no respondió, ni tampoco se movió. Sólo podías sentir su corazón
latiendo rápido contra tus oídos.
No
sabías cuando sucedió. Pero lo siguiente que supiste, era que ya no
estaba en su forma de monstruo y estabas abrazando su liso cuello
humano. Él deslizó sus fuertes brazos alrededor de tu cintura,
acercándote más a él en un fuerte abrazo, con su barbilla apoyada
en tu hombro.
—Kai...
—jadeaste sorprendida.
Deslizó
una de sus manos encima de tu espalda, enredándolas y encerrándote
suavemente. —Deja que me quede así. Sólo por un rato —susurró.
Te
relajaste y pusiste tus brazos alrededor de sus hombros, ligeramente
aferrándote a su uniforme. Enterraste tu nariz en su hombro,
cerrando los ojos. Si tan sólo pudieras tomar aunque sea un poco de
ese dolor. Te sentiste inútil.
—Lo
siento —susurraste.
—No.
No lo sientas —respondió él, apretando suavemente tu cabello y
enterrando su cara en ellos.
Los
dos se quedaron de esa manera no sabes cuánto tiempo hasta que la
campana sonó, rompiendo el hechizo. Te sobresaltaste al oír el
sonido, como un reloj despertador que te despierta en medio de un
sueño. De repente estuviste demasiado consciente de la extraña
posición en la que ambos estaban. Y, por alguna razón, notaste que
estabas teniendo problemas para respirar.
—Kai...
no puedo... respirar —murmuraste con dificultad.
Kai
te liberó lentamente de su abrazo. Sutilmente diste unos pasos hacia
atrás. Él se quedó mirándote por un rato con una expresión que
no podías leer. Entonces por fin sonrió, con una sonrisa suave y
desconocida, mientras metía unos mechones de cabello detrás de tu
oreja—. No deberías usar el pelo así nunca.
—T
tú fuiste quien rompió mi liga —tartamudeaste, con tu cara
cubriéndose rápidamente con una sombra peligrosa de rojo.
Kai
puso las manos en sus bolsillos y fijó su vista en los terrenos de
la escuela, inquieto. —Deberías ir a tomar tu almuerzo.
—S
sí —le respondiste, todavía tartamudeando—. ¡V ven a clase
esta tarde! Tú no debes tener ninguna ausencia más en la clase del
Rey de los Demonios. ¡T te veré allí entonces!
Apresuradamente
te dirigiste hacia la escalera y agónicamente bajaste. Literalmente,
corriste hacia la puerta.
—¡JooRi!
—Kai te llamó antes de que pudieras abrirla.
—¿S
sí? —preguntaste mirándolo.
—Gracias
—sonrió.
—Y
yo no hice nada por lo que debas agradecerme. ¡T te veo luego! —le
respondiste y corriste rápidamente, cerrando la puerta con una
fuerza, sin intención. Te apoyaste en ella, poniendo una mano sobre
tu corazón. Latía muy rápido y tus rodillas temblaban.
—¿Qué
hay de malo en mí? —murmuraste y abofeteaste ligeramente tus
mejillas—. Aigoo.
Hace calor aquí dentro.
Hiciste
el camino de regreso a tu salón de clases, abanicándote a ti misma
con la mano.
Volviste
allí solo haciendo lo que tu cerebro, o tus sentimientos, te dijeron
que hicieras. Pero ahora mismo lo que deseabas era golpear tu cabeza
repetidamente contra la pared, avergonzada cada vez que algo de la
escena íntima con Kai aparecía en tu mente. Te estremeciste ante el
recuerdo no muy lejano, mientras el pelo de la parte posterior de tu
cuello se erizaba.
—¿Qué
en el mundo estaba pensando? —gemiste, golpeando tu cabeza con tus
nudillos.
—¿Dónde
en el mundo está ella? —la voz de BaekHyun flotaba en el pasillo
mientras te acercabas a tu salón de clases.
—¡Aish!
¡Es todo culpa suya, mocosos tercos! —dijo ChanYeol.
—¿Por
qué sólo estas culpándome? —silbó D.O.
—¡No
sólo a ti, sino también a ese mocoso, Sehun! ¡Esto no habría
sucedido si dejaran esa pequeña pelea infantil! Era sólo una
pequeña cosa, ¡¿por qué diablos están todavía peleados?!
¡Ustedes mocosos siempre son así!
Te
acercaste a la puerta y encontraste a ChanYeol apuntando con su dedo
acusador a D.O. BaekHyun, Chen y JiMin también estaban allí.
—Aish,
chicos deténganse —les reprochó Chen.
—Chicos,
¿ocurre algo malo? —preguntaste a medida que te acercabas a ellos.
Los
chicos te miraron con una mezcla de expresiones confusas y
sorprendidas.
—¡Tú,
idiota! ¡¿Dónde has estado?! — exclamó Ji Min preocupada.
—¡¿JooRi?!
—Chen dijo finalmente.
—¿Qué
pasa? —preguntaste confundida.
—Nos
dijeron que no volviste después del receso. ¡Estábamos tan
preocupados! ̶— continuó JiMin, sin importarle las reacciones de
los chicos.
—¡Oh!
Lo siento —murmuraste.
—Intentamos
llamar a tu teléfono pero lo encontramos sonando dentro de tu
mochila. ¿Dónde estabas? No eres del tipo que salta clases
—preguntó.
—Me
sentía un poco estresada, así que decidí tomar un descanso por un
rato más. No me di cuenta del tiempo —contestaste. No sabías por
qué, pero no podías decirles acerca de Kai. Te consolaste a ti
misma con la idea de que no estabas exactamente mintiendo.
JiMin
exhaló con alivio. —Eso es bueno. Pensamos que te habían
encerrado de nuevo. O algo peor.
—Lo
siento, no quise preocuparlos —respondiste mientras buscabas tu
bolso, que encontraste colgado en el hombro de ChanYeol—. ¿Puedes
darme mi bolsa Chanyeol ah?"
—¡¿Quién
eres?! —ChanYeol exclamó.
Le
hiciste una mueca a ChanYeol mientras tomabas tu bolso de su hombro.
—Casi
no te reconocí JooRi —Chen rió.
—¿Por
qué no siempre llevas el pelo así? —te dijo BaekHyun.
—Sigo
diciéndole eso —dijo Ji Min.
—Es
muy molesto. Soy demasiado perezosa para peinarme de vez en cuando,
se vería como un nido de pájaros —contestaste, tomando una liga
del bolsillo de tu bolsa y atando tu pelo en un moño.
—Si
siempre vas a llevarlo levantado, ¿por qué no lo cortas, entonces?
—dijo ChanYeol con la mayor naturalidad.
—Mi
madre no me deja. Ya que ella no me convenció de llevar el pelo
suelto, me hizo prometer que al menos no lo cortaría.
—Deberías
escuchar más a tu madre, ¿sabes?. Después de todo, una madre sabe
más — te dijo Chen.
—Trata
de hacer crecer mucho tu pelo. Vamos a ver si no cambias de opinión
—contestaste.
—Pero
el pelo se supone que es la joya de todas las chicas.
—Realmente,
a veces hasta me olvido de que ella es una chica —BaekHyun murmuró.
—¿Debería
revisar entonces? —ChanYeol sonrió, levantando ambas manos
mientras hacía movimientos como apretando.
BaekHyun
lo golpeó en la cabeza con un libro.
—¡Yah!
Sólo estaba bromeando —se quejó ChanYeol, acariciando su cabeza.
—¡Mantén
tus chistes estúpidos para ti! —escupió BaekHyun.
—Vamos
antes de que toda la buena comida se termine —les dijiste, poniendo
la mochila en tu espalda.
—Vamos
a esperar a los demás. Ya están volviendo —dijo Chen.
—¿Dónde
están? —preguntaste.
—Ellos
fueron a buscarte, por supuesto —dijo ChanYeol, todavía con el
ceño fruncido mientras continuaba frotando suavemente el lugar donde
BaekHyun lo había golpeado.
—¿Eh?
—exclamaste casi al mismo tiempo que la puerta se abrió, revelando
a Lay, SuHo, LuHan, SeHun y XiuMin.
—Vamos
—dijo BaekHyun y salieron del salón.
—JooRi,
estás bien. Eso es un alivio —exhaló ruidosamente SuHo cuando
llegaste a la puerta.
—Estábamos
tan preocupados —dijo Lay mientras caminaban rumbo a la cafetería.
—Fue
difícil encontrar tu olor —dijo XiuMin.
—Lo
siento. No era mi intención preocuparlos —dijiste.
—Hueles...
raro —dijo SeHun, olfateándote—. ¿Dónde estabas de todos
modos? —te preguntó.
—Ella
dijo que quería descansar en algún lugar y se olvidó el tiempo
—les dijo Chen, riendo.
—Así
que en resumen, yo acabo de perder mi tiempo tratando de buscar a
alguien que sólo quería deshacerse de clase —dijo LuHan enfadado.
—LuHan
ah, ella dijo que no era por eso —Lay intentó calmarlo.
—Incluso
si se quedó dormida todavía debería haber escuchado la campana
después del receso —respondió como si no estuvieras allí—. De
todas formas, ¿dónde está mi bolso? Pensé que no tenías nada más
que usar —se dirigió a ti, dándole una mirada acusadora a la
bolsa de Lay—. Si no lo estás utilizando lo quiero de vuelta —te
dijo, y se fue caminando.
Tú
te quedaste mirándolo en estado de shock. —En serio. Ah. ¿Por
qué es tan malo? En serio.
—Compréndelo
un poco JooRi ah. Sólo está preocupado —te dijo SeHun en voz
baja, acariciando tu hombro.
—¿Por
qué me está resultando difícil de creer? —Frunciste el ceño.
—Es
cierto. Fue a buscarte de inmediato, tan pronto como se enteró de
que estabas perdida —respondió SeHun.
Te
volviste hacia LuHan, frunciendo el ceño.
Yo
no lo entiendo en absoluto.
Suspiraste.
No sabías que en tu siguiente clase se armaría un alboroto.
—Por
cierto, lo siento por haberte abandonado antes —dijo SeHun,
trayendo tu atención de nuevo hacia él—. No debería dejar que tú
y los demás se vean afectados por nuestra pelea.
Miraste
a D.O. que estaba charlando con JiMin, caminando no muy lejos.
—Incluso
si dices eso, es imposible. Somos tus amigos.
Sehun
frunció el ceño mientras miraba inquieto hacia el suelo.
—¿Has
intentado hablar con él?
—¿Por
qué yo? Yo no fui quien se equivocó.
—SeHun
ah, no importa quién está bien o mal. Si los dos se mantienen
ignorándose el uno al otro entonces esto no tendrá fin. Además, tú
eres el que más tranquilo. Y yo siempre pensé que eras uno de los
más amables.
SeHun
puso mala cara y miró incómodamente a D.O.
—Piensa
en ello. Aunque estas siendo terco, sé que no te gusta estar
peleado con cualquiera de tus hyungs —le dijiste, dándole
palmaditas en la espalda. Su rostro se volvió un poco rojo.
—Y
yo hablaré con LuHan hyung —dijo con inquietud antes de ir a donde
estaba LuHan.
Es
un blandito,
sonreíste.
—¿Cómo
está él?
Miraste
a D.O., no te habías dado cuenta que se había acercado a tu lado.
—¿Eh?
—Fuiste
a verlo, ¿no? Kai —dijo.
—¿Cómo
lo sabes?
—Hueles
como a él cada vez que salta las clases —respondió.
—Oh
—murmuraste, oliéndote—. Bueno, él esta... bien... con suerte
—dijiste, mirando un poco hacia abajo.
—Supongo
que te contó —dijo, mirando al frente.
—Sí
—respondiste, sabiendo a lo que se refería.
—Así
que, ¿qué piensas?
Lo
miraste y soltaste una pequeña risa. —Ustedes dos hacen las mismas
preguntas —le dijiste y suspiraste—. No llegué a saber por qué
lo hizo. No me atreví a preguntarle.
—¿En
serio? —murmuró—. Pero incluso si preguntabas, él no podría
haberte dicho.
Miraste
a D.O. por un tiempo. —Si él no me puede decir, entonces está
bien. Yo lo entiendo.
—No
es eso —dijo D.O., con las cejas fruncidas—. No podría decirlo
porque no lo recuerda.
—¿Qué?
—No
estoy seguro de por qué. Pero por alguna razón, recuerda lo que
sucedió, pero no puede recordar por qué lo hizo. Podría ser que su
mente enterró esos recuerdos como un mecanismo de protección. Le
pasa a mucha gente.
Amnesia
disociativa. Lo habías aprendido de un manhwa que leíste. Era una
condición en la que el cerebro podría olvidar voluntariamente algo
traumático que le sucedió a la persona como una especie de último
recurso para mantenerse cuerdo. Pero en algún lugar a lo largo del
camino, esos recuerdos volvían a aparecer si la persona pasaba por
una experiencia similar.
—Es
eso o que alguien deliberadamente borró sus recuerdos —D.O.
continuó.
—¡¿Qué?!
—Algunos
monstruos pueden hacer eso. Deben haber pensado que sería más fácil
para él si no recordaba lo sucedido. Pero ellos no saben que eso
sólo lo hace sufrir más. Simplemente deberían haberlo borrado
todo.
Pusiste
tus manos sobre tu boca, angustiada y en shock. Debía ser difícil
llevar siempre en la conciencia el haberle quitado la vida a alguien.
Pero saber que mataste a alguien, tu propio hermano, y no recordar
por qué lo hiciste, no podías imaginar lo torturado que debía
estar Kai.
—¿Qué
hay de su padre? Él debe saber algo.
—No
sé nada de eso, pero si su padre lo supiera, no lo diría. Nadie
puede decirle nada.
Apretaste
las correas de tu mochila. Tu pecho se sentía pesado, como si algo
estuviera apretando tu corazón. No tenías idea de lo mucho que él
había estado pasando.
—¿Te
molesta, el no saber la razón? —D.O. te preguntó, alejándote de
tus pensamientos.
—No.
Por supuesto, una parte de mí quiere saber por qué lo hizo, pero...
no importa realmente, ¿verdad? Quiero decir... él sigue siendo
nuestro Kai.
El
rostro de D.O. se relajó, y te dio una sonrisa de agradecimiento.
—¡Yah!
¿Qué hacen ustedes dos susurrando por ahí? ¡Apúrense! —los
llamó Chanyeol.
—Ah,
¡sí! —gritaste. No te habías dado cuenta que tú y D.O. se
estaban quedando atrás.
—Hey
— dijo D.O.—. Siento lo de antes. En el pasillo.
—Oh.
No pienses en ello. Me alegra que no estés enfadado.
—Pensé
en ello. Yo creo que tienes un punto.
—¿En
serio? —preguntaste, mirándolo esperanzada.
—Eso
no significa que esté de acuerdo contigo —añadió rápidamente.
—Está
bien. Al menos me entiendes ahora. —Le sonreíste.
D.O.
gruñó incómodamente mientras miraba a SeHun por el rabillo del
ojo.
Por
lo menos tengo alguna esperanza,
suspiraste.
El
almuerzo fue agradable, si no fuera porque tus pensamientos de vez en
cuando viajaban hacia Kai.
Durante
el período de la tarde, Kai volvió a clase. Hubo un fuerte zumbido
de tus compañeros de clase cuando él entró. Pero SeHun y ChanYeol
actuaron normal, como si no hubieran sabido que él había estado
ausente en clase. Incluso SeHun no lo estaba regañando como
usualmente lo hacía. No sabías si todos los chicos del equipo de
fútbol también conocían su pasado, pero la relación áspera con
su padre no era ningún secreto para ellos.
Tú,
por otra parte, estabas teniendo problemas en actuar normalmente. Si
no lo mirabas fijamente con una expresión preocupada, te encontrabas
ruborizándote tan pronto como recordabas lo que había pasado en la
azotea. Al final, te encontraste evitándolo, lo cual era más o
menos una cosa inútil de hacer ya que se sentaban uno al lado del
otro. Te sentías más estúpida por el momento, pero honestamente no
querías enfrentarte cara a cara con cualquiera de los dos temas.
Estabas
contenta con la excusa de ir a la clínica después de que las clases
hubiesen terminado. El doctor Jung quería examinar la mejora de tus
lesiones. Se sorprendió cuando se enteró de que estabas totalmente
restaurada.
—Kai
los sanó por mí —le dijiste.
—¿Lo
hizo?
Asentiste.
—Es un gumiho. Pero supongo que ya lo sabías, ¿no?
—Pues
bien, eso es bueno. Me acaba de ahorrar un montón de problemas.
Ahora trata de no tener más percances, por lo menos hasta el final
de la semana de evaluaciones. Todavía tengo que preparar los
exámenes —dijo mientras garabateaba algunas notas sobre lo que
adivinaste eran tus registros médicos.
—Deja
de desearme mala fortuna —frunciste el ceño.
—Pero
todavía siento como que voy a verte de nuevo pronto. Aigoo. Sería
un milagro si pasa una semana sin que consiga una visita tuya.
Incluso tuve que hacer tiempo extra últimamente, me estás robando
mi tiempo de diversión —suspiró.
—Bien.
Voy a pedirle a Kai que me sane la próxima vez —pusiste mala cara.
—Por
la frecuencia con la que sueles lesionarte, vas a terminar matándolo
en poco tiempo.
—¿Qué
quieres decir?
—Si
fuera tan fácil curar a otros, entonces los monstruos no
necesitarían médicos como yo. Sí, algunos monstruos pueden curar,
los gumihos son de los pocos que tuvieron la suerte de ser dotados
con esa rara habilidad. Aunque los monstruos naturalmente se curan
más rápido que los humanos, la capacidad de curar sus heridas al
instante es bastante útil. Por lo general, consume mucha
Monstrouenergy, y necesitan un gran control sobre sus núcleos. Sin
embargo, si deciden utilizar esa habilidad para sanar a otros, el
poder no se toma del núcleo, sino de su fuerza de vida —explicó.
—Con
fuerza de vida quieres decir que…
—Sí.
Su esperanza de vida se acorta cada vez que curan a los demás
—explicó con sencillez.
¿Es
esto a lo que se refería cuando dijo que por lo general no hacía
esto? Pensaste,
recordando lo que te había dicho al sanarte antes.
—Aunque
hay otra forma de curar a los demás sin acortar su tiempo de vida.
Pero es un asunto espantoso y muy bien podría conducir al usuario a
la muerte si es que las lesiones son graves —continuó el doctor
Jung, pero ya no lo estabas escuchando.
¡Ese
idiota!
Saliste
de la clínica.
—¡Ya!
¿No puedes al menos cerrar la puerta cada vez que te vas? —te
llamó el doctor Jung—. Ah, en serio—suspiró.
Sacaste
tu teléfono y marcaste el número de Kai mientras deambulabas por el
pasillo.
Beep.
—Cuan
sorprendente es recibir una llamada tuya. —Oíste su voz en el otro
extremo de la línea.
—Ya,
¿dónde estás?
—Y
yo que pensaba que me estabas evitando.
—Dime
dónde estás —dijiste con impaciencia.
—¿Por
qué? ¿Me extrañas ya?
—Necesito
hablar contigo —respondiste, haciendo caso omiso de sus bromas.
—Date
la vuelta.
Te
diste la vuelta y te encontraste con Kai inclinándose hacia ti, su
cara a pocos centímetros de distancia.
—Hola
—sonrió, manteniendo el teléfono en su oreja.
Colgaste
el teléfono y lo sostuviste en tu mano. —Devuélvemelas.
—¿Qué?
—te preguntó enderezándose, colgando también su teléfono.
—Mis
lesiones, devuélvemelas.
—¿Qué?
—Rió con incredulidad.
—¡Devuélvemelas
y recupera tu vida!
—Oh,
ya entiendo —sonrió.
—No
te rías de mí. ¡Tú no deberías estar riendo! ¿Por qué lo
hiciste? ¿Por qué no me dijiste que estabas acortando tu tiempo de
vida?
—Cálmate
—se rió. —Estás haciendo de esto un gran problema.
—¿Cómo
podría no hacerlo un gran problema? ¡Tú podrías morir!
—Tonta
—te dijo, golpeando ligeramente la frente con sus nudillos—. No
voy a morir. Esas lesiones eran muy pequeñas. Sólo tomará dos
minutos de mi vida a lo mucho.
—¿En
serio? —preguntaste,
calmándote un poco finalmente.
—En
serio. Así que deja de estar afectada.
—Pero
todavía me siento mal por ello —le dijiste después de un momento
de reflexión—. Se trata de tus dos minutos.
—No
me importa. Mis dos minutos valen la pena —sonrió.
Abriste
tu boca para decir algo pero no podías pensar en nada por lo que
terminaste abriéndola y cerrándola un par de veces antes de
presionar tus labios con el ceño fruncido.
—¿Qué?
¿Te enamoraste de mí? —bromeó, presionando su frente con la
tuya, haciendo que sus narices se tocaran.
—¡Por
supuesto que no, zorro pervertido! —gritaste en estado de shock y
le diste un cabezazo.
—¡Ah
¿Por qué? —exclamó Kai, presionando una mano en su frente
palpitante. Él te devolvió el golpe también. Los dos se miraron
con el ceño fruncido, hasta que ambos rompieron a reir al mismo
tiempo.
Honestamente,
no sabías muy bien qué era tan gracioso, pero no podías dejar de
reír. Después de lo que parecía un día largo y estresante, tu
corazón sintió por fin una luz.
Supongo
que estamos volviendo a la normalidad,
suspiraste para tus adentros.
—¡Ya!
¡Ustedes niños! ¡No deben hacer ruido cerca de la clínica! —gritó
un profesor enojado mientras caminaba hacia ustedes.
Los
dos se escaparon con el maestro persiguiéndolos, mientras sus risas
resonaban alegremente a lo largo del pasillo vacío.
Notas de Traducción
Bueno, como verá, estoy de regreso, y esta vez con una super sorpresa. A partir de hoy publicaré un capitulo por día hasta llegar a la ultima actualización en inglés.
Así que en este fin de semana, llegaré finalizar el fic hasta lo último publicado y tendrán que esperar, al igual que yo, las actualizaciones de la autora original.
Aquí una fotografía del monstruo de Kai:
Y la autora se dio cuenta que el monstruo de JiMin no era exactamente como ella se lo imaginó y encontró una imagen que le hacía justicia a la belleza de las sirenas:
¡¡NOS ESTAMOS LEYENDO!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario