El
lunes llegó con rapidez, y estabas más que emocionada por usar la
mochila de Lay. JiMin había estado quejándose de que las mochilas
que habías recibido de Lay y LuHan eran MCM y lo cara y lujosa que
era esa marca. Incluso te diste cuenta que ambas tenían un diseño
similar. Pero no te importaba lo costosas que JiMin te decía que
eran. No te importaría si Lay te daba la mochila más barata del
universo. Seguirías aceptándola agradecida y la amarías de igual
forma.
Te
pusiste la mochila purpura y te chequeaste en el espejo, como si
poner dentro tus propias cosas haría alguna diferencia en cómo se
veía la última vez que la miraste. Sonreíste un poco demasiado
feliz y pusiste la mochila color crema de LuHan dentro del armario.
No sabías cuando serías capaz de usarla ya que, como le habías
dicho a SuHo el día anterior, no tenías el hábito de cambiar
mochilas. Pero de la manera en la que te la había dado el día
anterior, realmente no tenías más opción que tomarla.
—No
olvides esto —dijo JiMin, lanzándote una toalla cálida. La
atrapaste y la pusiste en tu mano.
Debido
al incidente del último viernes, cuando corriste fuera de la clínica
y tiraste descuidadamente del catéter, la vena donde la aguja estaba
comenzó a hincharse y te daba algo de dolor. El doctor Jung dijo,
junto al pequeño regaño, que la vena se había infectado y se
suponía que debías aplicarle compresas calientes por unos días
además de algo de medicación. Las otras lastimaduras de la otra
mano casi estaban curadas. El moretón de tu brazo seguía oscuro,
pero ya no dolía, y la forma de cebolla de tu nariz ya tenía un
tamaño muchísimo menor.
Caminaste
hacia la escuela con un alto espíritu demostrada en una brillante,
casi molesta, sonrisa. Había algunos estudiantes que discutían
sobre que llevabas la mochila de Lay. Ya lo esperabas. No
había manera
de que sus admiradoras no la reconociesen. Y para ser honesta, lo
estabas disfrutando. Te gustaba la sensación de que los demás
reconociesen que esa era la mochila de Lay y la estuvieses llevando.
Podías incluso sentir sus gritos de advertencia detrás de tu
cabeza. Pero contra toda lógica, incluso hiciste el esfuerzo de
caminar un poquito más lento que lo usual para mostrarla un poco
más.
—Esta
chica es una suicida. —JiMin sacudió su cabeza sin poder hacer
nada.
Y
como si el cielo te estuviese sonriendo, pasaste junto a Lay en tu
camino a clases.
—¡Lay!
—saludaste con entusiasmo.
—Buenos
días, JooRi. Buenos días, JiMin —sonrió.
—¡Buenos
días! —le devolvió el saludo JiMin.
—Buenos
días, chicas —saludó entusiasmado SuHo, que por alguna razón no
habías notado hasta entonces.
—¡Oh!
Buen día, SuHo —contestaste.
—Estás
usando mi mochila —te dijo Lay.
—¡Sí!
Gracias por eso —contestaste.
—No
lo menciones. ¡Luce bien en ti!
—¿En
serio? —espetaste, y reíste interiormente.
—JooRi,
¿qué dices de esta? ¿Te gusta? —dijo SuHo, mostrando su mochila
de cuero a cuadros con lo que se veía como un logo de una G en el
frente—. Si no te gustó la otra mochila que te mostré puedes
tener esta.
Sigue
con eso,
suspiraste.
JiMin
quedó boquiabierta ante SuHo por el asombro, pero se vio incluso más
sorprendida cuando la rechazaste.
—Gracias,
SuHo, pero realmente tengo suficientes mochilas para usar. Pero
realmente aprecio tu oferta.
—Ya
veo. Siempre puedes cambiar de opinión —sonrió.
—¡Imbécil!
¡Esa era una Gucci! —susurró JiMin.
—¿Una
qué?
—Ya
sabes, ¡Gucci! —contestó, ya que cualquier persona normal debería
saber lo que era.
—Lo
siento. No te entiendo —le dijiste.
—En
serio, eres increíble —dijo, sacudiendo su cabeza, pero tú solo
te encogiste de hombros.
—Mira,
¿no es la mochila de Lay la que está usando? —escuchaste a una
alumna murmurar.
—¿Qué
quiere decir esto? ¡¿Y por qué están caminando a la escuela
juntos?! ¡¿Acaso están juntos juntos?!
—dijo otra.
Secretamente
reíste. Realmente no te importaba que la gente creyese que Lay y tú
estaban saliendo. En realidad, te gustaba. Mucho.
—¿Estás
disfrutándolo, no? —susurró JiMin.
—¿Lo
estoy? —sonreíste brillantemente.
—No
te entusiasmes mucho. Esas chicas no parecen que estén disfrutando
esto tanto como tú —te advirtió.
Simplemente
te encogiste de hombros, sin importarte su advertencia.
Lay
y tú tuvieron una pequeña charla con ocasionales interrupciones
entre SuHo y JiMin hasta que llegaron a su clase y tú continuaste
hasta la tuya. Al llegar a tu clase ignoraste las hostiles miradas
que obtuviste por parte de tus compañeras.
—¡Buen
día, SeHun ah! —saludaste alegre.
—Buenos
días —te saludó de regreso.
—ChanYeol
ah, ¡estás aquí! —exclamaste cuando ChanYeol emergió de debajo
de su banco. Parecía que había levantado algo del suelo.
—¡Sí!
Decidieron cancelar nuestra suspensión así que no podíamos
perdernos los comentarios —te dijo ChanYeol alegremente.
—¡Eso
es genial! ¿Pero, dónde está Kai?
—Probablemente
saltándose clases de nuevo —contestó ChanYeol.
Aish,
ese zorro, pusiste
mala cara.
—¡Buen
día, Kris! —le sonreíste a Kris, quien estaba insospechadamente
mirando hacia fuera de la ventana. Él te lanzó una mirada antes de
gruñir una respuesta.
Sonreíste
una última vez antes de finalmente sentarte en tu sitio. SeHun te
miró sorprendido mientras que ChanYeol te estaba mirando con una
expresión horrorizada.
—¡JooRi
ah! —dijo ChanYeol, tirando de tu hombro.
—¿Qué?
—¡¿Qué
se supone que haces?! —dijo conteniendo el aliento.
—¿QUÉ?
—¡Solo
saludaste a ese tipo!
—¿Sí?
—contestaste indiferente.
—¿Se
están haciendo amigos?
—¿Por
qué no?
—¡¿Estás
loca?! Te lo dije, aléjate de él. Es peligroso.
—ChanYeol
ah, está bien —reíste—. Incluso los salvó de ser expulsados,
¿recuerdas? ¿Por qué no intentar ser amigos también?
—Realmente
no sé porque eres tan obstinado con eso. Sí, tiene un lado algo
frío, pero es un buen chico. ¿Ya le has agradecido? —le
preguntaste.
—Es
una mala idea. Te lo digo —dijo ChanYeol, ignorando lo que acababa
de decir.
—Eres
un mocoso mal agradecido. —Le pusiste mala cara.
—¡Y-yo
no le pedí ayuda! Además, fuiste tú la que le pidió —contestó
defensivamente.
—No
te preocupes, JooRi ah. Él solo no puede aceptar la realidad de que
ahora está endeudado con angry bird, después de haber hablado tan
mal de él. Hiere su orgullo —te dijo SeHun.
—¡Callate!
—gritó ChanYeol-
—¿SuHo?
—murmuraste al ver a SuHo en la puerta.
—Sí,
ese es SuHo hyung —dijo SeHun.
—Déjame
ver si necesita algo —dijiste caminando hacia él.
—¡JooRi!
—dijo SuHo cuando te vio aproximarte.
—Ey,
¿necesitas algo?
—Sí,
en verdad. ¿Te importaría alcanzarle esto a Wu Kris allí? Es del
director —dijo, extendiéndote una pila de papeles.
—Seguro.
No hay problema.
—Gracias,
JooRi. Nos vemos luego —dijo y se giró para irse.
—¡Espera!
—¿Hmm?
—indagó.
—¿Has
visto a Kai últimamente? No se ha mostrado mucho.
—Ah,
sí. Fui a su cuarto anoche. Está bien.
—Ahh.
Ya veo. Bueno, no está aquí aún. No sé si vendrá hoy —dijiste
dubitativa.
SuHo
sonrió, ya familiarizado con tu expresión preocupada, y puso su
mano en tu hombro. —Kai tiene cicatrices muy profundas del pasado.
Está llevando una carga muy pesada sobre sus hombros. Por ahora, lo
mejor es que le dejemos un tiempo solo.
—Esas
cicatrices de las que hablas, ¿son el por qué de que él y su padre
no se lleven bien?
—No
te preocupes. Estará bien. Te lo aseguro –dijo, evadiendo la
pregunta mientras gentilmente palmeaba tu hombro.
—Entendido
—suspiraste.
Eso
me hace preocupar aún más.
—¡Te
veo en el almuerzo! —dijo y se fue.
Le
alcanzaste los papeles a Kris y tu profesor llegó un rato después
de comenzar las clases. La mayoría de las clases, tal como ChanYeol
había dicho, eran en efecto comentarios de los exámenes. Kai no se
mostró por el resto del primer periodo y te diste cuenta que
probablemente no aparecería durante el resto de las clases.
Estabas
agradecida cuando el recreo llegó. Los comentarios te estresaban más
que ayudarte. Primero, repasar los horrores de tus lecciones pasadas
no te entusiasmaba demasiado. Además, los comentarios te hacían
entrar en pánico porque eran como un megáfono recordándote que los
exámenes estaban a la vuelta de la esquina, y más escuchabas de los
repasos de las lecciones, más te dabas cuenta de que no
estabas lista para los exámenes. Nunca lo estabas.
—JooRi
ah, ¿hacia dónde vas? —preguntó SeHun al verte caminar hacia la
puerta.
—Baño
—contestase.
—Iré
también. Espérame.
—Yo
igual —dijo ChanYeol, mientras ambos te atrapaban para ir contigo.
—Ey,
¿acaso me están asechando? —preguntaste, recordando lo que LuHan
te había dicho la última vez.
—¡¿Qué?!
—exclamó ChanYeol.
—¡No!
¡Por supuesto que no! ¡También debemos ir al baño! —dijo SeHun
a la defensiva.
—Lo
que él dijo —secundó ChanYeol, intentando verse tan inocente como
pudo.
Los
observaste sospechosamente, luego suspiraste, decidiendo sellar el
asunto.
—No
puedo esperar a que este día termine. Mi cabeza duele con todos
estos comentarios —gruñiste.
—Es
bueno que tengamos comentarios, JooRi. No debemos aprender nuevas
lecciones y tampoco estudiar por los exámenes más —dijo ChanYeol,
sonriendo feliz.
—¿Por
qué debería ser una razón para no estudiar? —cuestionó SeHun.
—¿No
es para lo que son los comentarios? Ya anoté todas las cosas que
abordaron hoy. Cada simple detalle. Solo debo asegurarme de no
olvidarlo y estoy listo para ir —replicó ChanYeol, sintiéndose
orgulloso de sí mismo.
—Sigues
necesitando estudiar ya que no sabes exactamente qué cosas van a
tomar —le dijo SeHun.
—¡Entonces
porque hacen comentarios en primer lugar, estúpido! —dijo
ChanYeol.
—¡Estoy
diciendo que los comentarios se supone que son solo una guía que
seguir! ¡No significa que no debas estudiar más!
—Eso
solo se aplica a nerds. Como tú —contestó ChanYeol, erizando el
pelo de SeHun, lo cual le hizo gruñir con irritación—. Para los
chicos geniales como yo, sabemos más inteligentes ya que sabemos que
los temas de los comentarios equivalen la hoja de respuestas. No has
estado en la secundaria lo suficiente como para saberlo.
—Aish,
haz lo que quieras y falla solito —replicó SeHun.
—¡Oh!
¡Hola, D.O.! —saludaste cuando viste a D.O. acercarse, al parecer
volvía a su aula. SeHun casi inmediatamente calló al ver la mirada
que este le dirigía, ignorándote; SeHun hizo lo mismo.
—Aquí
van de nuevo —murmuró ChanYeol, girando los ojos.
—Uhm…
chicos… —dijiste dubitativa.
—Me
iré primero —dijo fríamente SeHun, sin quitar los ojos de D.O. y
pisó fuerte alejándose.
—¡Espera!
SeHun ah —intentaste llamarlo, pero no paró de caminar y parecía
como si no quisiera escuchar.
—Ignora
a ese mocoso —dijo D.O. en un tono similar a un gruñido. Estaba
mirando intensamente la forma en que SeHun se alejaba, y por un
segundo, esperaste que no quisiera ir tras SeHun y darle un puñetazo,
o algo más como lanzarlo a través del pasillo. No estarías
sorprendida si te decía que estaba rasgando mentalmente sus
extremidades como había hecho con la puerta del viejo depósito,
juzgando por cómo le miraba.
Lanzaste
un suspiro. —¿N-no van a intentar hablar sobre esto? —le
preguntaste a D.O.
—Ese
mocoso piensa que es tan inteligente que no escuchará a nadie
—escupió.
—Ni
siquiera a ti —dijo ChanYeol.
—Aléjate
de esto —siseó D.O.
—¡Aish!
¡En serio! Los niños de hoy en día no escuchan a la gente mayor
—resopló ChanYeol y se alejó caminando, molesto.
Soltaste
otro desesperado suspiro. —Ya lo sabes, D.O., odio tener que decir
esto, pero SeHun tiene un punto. Quiero decir, estoy de cierta forma
agradecida de lo que hiciste, pero no era realmente necesario.
Podrías haberlas ignorado. No me importaba realmente.
—No
lo hice por ti. Lo hice porque estaba siendo tan ruidosa que me
estaba sacando de quicio —contestó, dándote una mirada
despreciativa.
—Entendido
—suspiraste, tan cansada de sentirte avergonzada—. Pero sigue
siendo una chica. No debiste haberle hablado de esa manera. Y fue
humillada en frente de toda la escuela —explicaste.
—Piensen
lo que quieran pensar. No me importa —dijo D.O., antes de alejarse
pisando fuerte, como los otros. No sabías si era solo tu
imaginación, pero pensaste que había sonado algo herido.
—¡D.O.!
Ya D.O. Espera —intentaste excusarte, pero él te ignoró,
dejándote parada en mitad del pasillo sola.
Genial.
Ahora me odia también. Bien hecho, JooRi, diste
otro suspiro
impotente.
—¿Te
sientes bien, Song JooRi shi?
Te
giraste para ver a Tao, mirándote inquisitivamente.
—Oh,
hola —saludaste.
—¿Hay
algún problema? —preguntó, lanzándole una mirada desdeñosa a
D.O.
—No,
no. nada está mal.
—Te
ves molesta —replicó, estudiando tu rostro.
—Oh,
no es nada. Quiero decir, es algo, pero está bien. Quiero decir, no
está bien pero lo estará, espero. ¿Qué estoy diciendo? Jeje
—dijiste rascando tu cabeza.
—¿Hay
algo que pueda hacer para ayudarte, Song JooRi shi? —ofreció.
—¡Oh!
No, no. muchas gracias, pero está bien, en verdad. Uhm, por cierto,
no tienes que llamarme por mi nombre completo todo el tiempo. Dime
solo JooRi —dijiste, intentando cambiar la dirección de la
conversación ya que se estaba sintiendo algo incómodo. No querías
discutir sobre los problemas del equipo de fútbol con alguien que no
tenía nada que ver con ellos.
—Entonces,
JooRi shi —sonrió, después de reflexionar por un rato.
—Quiero
decir que también puedes quitar el shi. Jejeje —le dijiste—. O
creo que está bien, si es lo que prefieres.
—Entonces
tú llámame solo Tao.
—Ya
he hecho eso —contestarse, riendo.
—Sigues
llamándome con el shi.
—Oh,
sí. Cierto. Jeje. Entonces te llamaré solo Tao de ahora en más
—sonreíste—. ¿Por cierto, dónde te diriges?
—Solo
quería algo para beber —te dijo.
—¿Bebidas?
—A
la máquina expendedora.
—Oh,
cierto —murmuraste, recordando que había algunas al final del
pasillo—. ¿Te importa si voy contigo?
—Está
bien —contestó.
—Gracias.
Caminaste
con Tao, olvidando tu primer destino. De todas maneras, solo querías
ir al baño porque querías salir del aula para sacar tu mente de los
exámenes. Además, te estabas sintiendo demasiado estresada, que
necesitabas algo de comida. Escogiste un paquete de Kettle Corn de
queso mientras Tao escogía dos latas de cola de la máquina más
cercana.
—¿La
otra es para Kris shi? —preguntaste.
Tao
miró una de las latas y contestó: —Sí. ¿Cómo lo supiste?
En
serio. No es como si tuviesen más amigos que ustedes mismos.
—Lo
supuse. —Te encogiste de hombros. Ambos comenzaron a caminar de
vuelta—. ¿Quieres un poco? —ofreciste, mientras abrías uno de
los paquetes de pochoclos y se lo acercabas.
—Gracias,
pero debo declinar —contestó.
—Bien
—murmuraste, divertida con su respuesta. No pudiste evitarlo, pero
notaste que era la forma en que él y Kris hablaban. Tenían una
manera de decir las palabras que les hacía sonar demasiado formal,
si no era medieval.
¿Todos
los chinos suponen ser como ellos? Oh, esperen. Ese demonio también
es chino y sigue siendo rudo.
—En
verdad —estabas a punto de decir “idolatrar”, pero tu cerebro
fue capaz de cambiar el término en el último segundo— lo respetas
mucho, ¿verdad? A Kris shi, quiero decir.
—Sí.
Es alguien a quien admiro mucho —dijo más para sí que para ti.
—¿Llevan
conociéndose mucho? —preguntaste.
—Tanto
como puedo recordar. Siempre he estado a su lado.
—Oh.
Han sido amigos por tanto tiempo.
Él
se retorció por alguna razón, pero no dijo nada.
—Creo
que también lo admiro —dijiste después de hacer saltar algunos
pochoclos dentro de tu boca—. Siempre se ve tan inteligente y
sensato. Nunca lo vi entrar en pánico durante los cuestionarios o
durante los exámenes orales. ¡Y siempre parece saber la respuesta
de todo!
Tao
te miró con interés mientras seguías balbuceando.
—Y
realmente me ayuda mucho en clase. Y ahora también ayudó al equipo.
No sé qué hubiese pasado si él no hubiese estado de acuerdo en
ayudarme. Haahhh… —suspiraste—. Le debo mucho. Y parece que mis
deudas se van acumulando —reíste.
—Duizhang
siempre hace lo que está bien sin esperar una compensación por
ello. Si te preocupa como regresarle el favor, no tienes que hacerlo
—te dijo Tao.
—Ya
veo. Entonces creo que es muy bueno. —Le sonreíste.
Desearía
que esos dos fuesen iguales,
frunciste el ceño, pensando en LuHan y Kai y como siempre te exigían
favores. Tus pensamientos volvieron a Kai de nuevo. Como había sido
últimamente.
—Por
cierto, ¿qué es duizhang? Me he dado cuenta que siempre lo llamas
así —preguntaste, intentando distraer tu propio tren de
pensamientos.
Su
mandíbula se tensó un poco. Contundió mirando hacia delante, sin
contestar tu pregunta.
—¿Es
alguna clase de sobrenombre?
—Sí.
Un sobrenombre —contestó despectivo.
—Ya
veo. Antes pensé que realmente era su nombre. Incluso lo llamé de
esa manera —reíste—. ¿Qué significa? Y si no te molesta que
pregunte, he notado que ambos están siempre juntos. ¿No… tienen
otros amigos en la escuela?
—¿Qué
pasó con el asunto relacionado con el equipo de fútbol? —preguntó,
sin contestar tu pregunta. Notaste su disconformidad y decidiste
seguir con ese tema.
Personalmente,
no eras una buena habladora y apestabas increíblemente en las
conversaciones. Pero siempre te encontrabas parloteando durante las
veces que charlabas con Tao. Siempre habías pensado que era bueno,
como Kris, lo contrario a lo que la mayoría pensaba acerca de ellos.
Y lo querías conocer mejor y tal vez, convertirte en su amiga, si
eso era hipotéticamente posible. Pero ya que Tao era un taciturno,
pensaste que probablemente no era tan distante como Kris, siempre
sentiste que deberías ser uno de los que seguían hablando o la
atmósfera se tornaría como el usual extraño silencio en el que
esos dos estaban interesados.
—Está
arreglado ya. No serán expulsados. Y sus suspensiones incluso fueron
retiradas —contestaste feliz.
—Eso
es bueno.
Aunque
cierto zorro sigue decidido a no venir a la escuela. Ese chico
realmente busca problemas,
suspiraste, tus pensamientos seguían llevándote con Kai.
—Este
es tu aula, ¿verdad? —dijo Tao, sacándote de tus pensamientos.
—Ah,
sí —contestaste. Ni siquiera habías notado que estaban en la
puerta.
Tao
dubitativo miró hacia dentro del salón. Vio a Kris, quien miraba
por la ventana, pero parecía estar debatiéndose internamente si
debía llamarlo desde la puerta.
—JooRi
shi, ¿puedo pedirte un favor? —dijo finalmente.
—Sí,
¿qué es? Y puedes quitar el shi —reíste.
—¿Puedes
alcanzarle esto a Duizhang por mí? Está demasiado lejos para
dárselo yo.
—Sí,
seguro —contestase, tomando la lata—. Un segundo, pensándolo, no
puedo. Recordé que tengo que ir a un sitio —sonreíste,
devolviéndole la lata—. Tao shi, quiero decir, Tao, siempre pensé
que eras inaccesible y frío, como… no importa. Pero
inesperadamente eres cálido y amigable. Espero que otras personas
puedan ver eso y espero que puedas hacer más amigos. Es divertido
tener muchos amigos. Y lo aprendí recientemente. Jejeje.
Tao
te miró, sorprendido y confundido, pero ya habías puesto tu
atención en otra persona.
—¡SeHun
ah! —llamaste. SeHun te miró, usando una expresión inquisitiva—.
Ven un momento.
SeHun
se levantó de su asiento y caminó hasta la puerta. —¿Qué pasa,
JooRi ah? —preguntó y se vio ligeramente sorprendido de que Tao
estuviese contigo.
—¿Puedes
hacerme el favor de ayudar a Tao por un momento? Hay algunas cosas
que necesito hacer ahora. —Le sonreíste dulcemente.
—B-bien
—contestó dudoso—. ¿Pero dónde vas? El recreo está a punto de
terminar.
—No
te lo diré después de que me hayas dejado sola. —Le pusiste mala
cara.
—¡No
lo hice!
—¿Qué
quieres decir con que no lo hiciste? ¡Ambos me dejaron sola de
repente!
—Pero
les dije que me iría antes de hacerlo…
—Como
sea. ¡Todos se fueron dejándome sola! Igual cuida de Tao por mí
—dijiste, palmeando el hombro del chico—. Como sea, Tao. Él es
SeHun. No sé si ya lo conocías, también es del equipo de fútbol.
No le prestes atención a nuestra pequeña pelea. Es un buen chico.
Te ayudará desde aquí. ¡Los veo luego! —dijiste y te fuiste.
—¡Hey!
JooRi, ¿estás loca? —te llamó SeHun, pero no contestaste—.
¡Ya, JooRi ah~!
¡Pequeño,
infantil y mimado monstruo!
Hiciste un mohín después de un rato. Esperando que de alguna manera
Tao pudiese hacerse amigo de SeHun.
Caminaste
hasta las escaleras de la azotea. Miraste el gran cartel de
“RESTRINGIDO” suspirando a la puerta y te preguntaste cuanto
tiempo había pasado desde la última vez que habías ido a ese
lugar. Empujaste la puerta y saliste. La agradable bienvenida del
familiar calor del sol y aire fresco te llegó.
La
vista siempre es genial aquí,
suspiraste, mirando la distancia por un momento. Ahora,
¿dónde está el zorro?
Miraste
hacia el espacio sobre la puerta de la azotea, que ocultaba tu vista.
Tomaste un pochoclo y lo lanzaste allí. Esperaste por unos instantes
de lanzar otro.
—¿Kai?
—preguntaste con duda—. ¿Kai, estás ahí?
No
hubo respuesta alguna y te preguntaste si realmente estaba ahí.
Tomaste algo de distancia para ver si podías ver mejor lo que había
encima, cuando notaste una escalera de metal anexada al muro a un
lado, que conducía allí.
—Oh.
Soy una perdedora —murmuraste y subiste por ella—. ¡Omo!
—gritaste cuando tu pie izquierdo resbaló y te golpeaste la
mandíbula con la barra de metal—. ¡Ah! ¡En serio! —murmuraste
y continuaste ascendiendo.
Una
vez tu cabeza estuvo lo suficientemente alto, viste a Kai acostado
sobre su espalda, en lo que parecía una gran pieza de ropa. Una de
sus manos descansaba en su estómago mientras que la otra estaba
recostada gentilmente a su lado. Una de sus rodillas estaba
ligeramente elevada y había un comic abierto sobre su cara. Al
principio no sabías si realmente era Kai hasta que viste la mochila
familiar descuidadamente en algún lugar de la azotea, junto a su
blazer del uniforme y su limitador.
Suspiraste
y ascendiste los últimos pasos.
—Aigoo,
este zorro. Incluso está usando su uniforme —murmuraste
arrodillándote junto a su cabeza. Gentilmente quitaste el comic de
su cara. Sus ojos estaban cerrados y sus labios entreabiertos. Su
uniforme estaba desabotonado hasta la mitad de su pecho, dándole una
generosa vista de su suave y ligeramente bronceada piel. Sus mangas
desordenadamente enrolladas hasta los codos.
¿Cómo
puede verse como un ardiente súper modelo sin siquiera intentarlo?
¡La vida es injusta! Espera, ¡¿acabo de pensar que es ARDIENTE?!
¡Aigoo! ¡Estoy tanto tiempo rodeada de pervertidos, que estoy
comenzando a convertirme en uno!
Después
de unos minutos regañándote mentalmente, volviste a mirar a Kai, y
tu expresión se suavizó mientras contemplabas su durmiente rostro.
No podías explicarlo pero sentías algo aliviada de poder ver su
cara de nuevo. Hacía días desde que lo habías visto por última
vez, y lo que había pasado no era exactamente un buen recuerdo.
Dejaste
el comic a un lado y te debatiste entre despertarlo o simplemente
dejarlo ser. Gentilmente tocaste su frente. No se movió.
Suspiraste,
se perdió los
pasados días de clases y los exámenes están cerca, pero sigue
durmiendo como si no le importara.
Tomaste
un pochoclo y recorriste su nariz juguetonamente.
—¡Despierta,
Kim JongIn~! ¡Despierta! Es hora del recreo —bromeaste como
idiota—. Me pregunto si soñará con pochoclos si los huele.
Jadeaste
cuando su mano, la cual estaba inocentemente descansando sobre su
estómago un segundo antes, de repente agarró tu muñeca.
—No
deberías jugar alrededor de gente que intenta dormir —dijo, con un
ojo abierto.
—¿Estás
despierto? Omo, me asustaste así —suspiraste, poniendo la otra
mano sobre tu corazón.
Tiró
de tu mano y comió el pochoclo, y lamió tu pulgar e índice por el
polvo de queso que quedaba allí.
—¡Y-YA!
—gritaste con sorpresa, alejando tu mano de él.
Izó
su cuerpo para quedar sentado y de frente a ti.
—¿Qué
haces aquí? —preguntó, despeinando su ya desprolijo cabello.
—Debería
ser la que hiciera esa pregunta. ¿Qué haces aquí? Deberías estar
en clases.
—Estoy
suspendido —dijo, frotando su ojo con el dorso de sus nudillos.
—ChanYeol
nos dijo que revocaron su suspensión —le dijiste agriamente.
—No
importa. —Se encogió de hombros y volvió a su posición para
dormir con los ojos cerrados.
—¡Ya!
¡YA! —dijiste, sacudiendo suavemente su hombro.
—Vuelve
a clases y déjame dormir —dijo, haciendo un movimiento de
“espantarte” con sus manos.
—¿Qué
quieres decir con dormir? También tienes clases, ¡imbécil! Y
nuestros exámenes están por venir.
Rodó
de lado dándote la espalda y bostezó, ignorando tu persistencia.
Te
acercaste y sacudiste su hombro, ahora más fuerte. —¡Ya!
¡Despierta! ¡Ya, Kim JongIn! Despierta o llamo SuHo y al resto para
llevar tu perezoso trasero. ¡Ya! —dijiste, tirando de su hombro
para poder verle la cara. Rodó sobre su espalda y de repente tomó
tus brazos, empujándote hacia abajo. Estabas sobre su pecho y tu
rostro demasiado cerca del suyo.
—Si
no paras, haré algo que no
te gustará —suspiró.
Jadeaste
con sorpresa con tus ojos ampliados y la boca abierta. El paquete
medio vacío de pochoclos en el suelo, olvidado.
—O
quizá quieras —sonrió de lado.
Te
empujaste hacia arriba y le golpeaste fuerte en el hombro.
—¡Pervertido!
—¡Ow!
—murmuró mientras acariciaba su hombro, riendo.
—¡Aish,
este zorro astuto! —resoplaste.
¡RRIIIIIIIIIIIIIIIIIIINNG!
—¡Omo!
¡El recreo terminó! ¡Llegaré tarde! Ya, ¿en verdad no vendrás?
—Sobórname.
—Te
daré mis pochoclos.
—Has
derramado la mayoría —contestó tomando una pieza limpia que había
caído en su ropa y la tiró a su boca.
Suspiraste.
—Bien. Haz lo que quieras. Me iré.
Te
apuraste en ir hacia la escalera, pero Kai te tiró de la muñeca.
—Espera,
quédate.
Por
unos breves cuatro segundos ambos se quedaron mirando así.
—¿Qué?
—preguntaste finalmente, sorprendida.
—Ya
estás tarde —dijo, soltando tu mano y recostándose sobre su
espalda, deslizando sus manos bajo su cabeza—. Te reprenderá si
vas. Sálvate del problema y solo salta a clases —murmuró,
cerrando sus ojos.
—Tienes
razón —dijiste después de un rato.
—¿En
serio? —preguntó, abriendo un ojo. No esperaba esa respuesta.
—Tienes
un punto. —Te encogiste de hombros—. Además, odio los
comentarios. Y el doctor Jung también dijo que romper lagunas reglas
era bueno para mí, o algo como eso. Es algo así como mi guardián
ilegitimo, así que técnicamente tengo permiso.
—¿Qué?
—rió.
Era
la primera vez que saltabas las clases. Tu madre te mataría si te
encontraba fuera. Te sentías algo culpable y nerviosa a la vez. Pero
no volver a los comentarios era una tentadora idea y realmente,
realmente,
querías hablar con Kai después de la escena que habías visto en
las escaleras y su desaparición por varios días. Aunque SuHo te
haya dicho que estaba bien y probablemente no deberías meter tu
nariz en los asuntos de los demás, no podías solo dejarlo por
alguna razón. Además, no tenías el realmente corazón para
pretender que nada había pasado. Sin embargo, te diste cuenta que
tampoco tenías el coraje de preguntarle abiertamente sobre eso.
—Aunque
sigo pensando que deberías ir a clase —le dijiste, sacando las
preguntas de tu cabeza.
—¿Por
qué debería estar en clases y tú no?
—Siempre
faltas a clase. ¿Puedo sentarme aquí? —preguntaste, ocupando el
espacio junto a él, quitando algunos pochoclos.
—Adelante.
—¿Dónde
conseguiste esta ropa, por cierto?
—La
robé del club de cocina.
—¿Son
manteles?
—Mm
—afirmó.
—Es
muy creativo. Omo, la vista es mejor desde aquí —murmuraste al
sentarte, mirando hacia el frente con tus rodillas contra el pecho.
Levantaste la mirada hacia el cielo y entrecerraste los ojos por la
luz del sol—. Ey, ¿no se pone caluroso aquí? No tendrías que
estar en la azotea.
—A
veces se pone realmente caluroso, esas cosas deberían bloquear el
sol de la vista —contestó sin abrir los ojos, señalando un grupo
de lo que parecían ser tanques de agua y grandes gabinetes, de lo
que no tenías idea, lejos, en la esquina de la azotea.
—Bueno,
está cálido ahora —le dijiste.
—La
luz del sol a esta hora es buena para ti. Deberías disfrutarla
—replicó.
—Creo
que eso explica tu bronceado.
—¿Estuviste
comprobándolo?
—¡P-por
supuesto que no! —espetaste, tu rostro se tornó roja. Abrió los
ojos para mirarte. Rió, luego volvió a cerrarlos.
Te
quitaste el blazer y la plegaste para hacer un bulto, creando una
almohada. Te recostaste junto a Kai mirando al cielo.
—¿Qué?
—murmuraste, volviendo a una posición sentada. Jugaste con tu
cabello ya que la coleta no se sentía cómoda en esa posición.
Intentaste fijarla, pero tu lazo de goma se había enredado con tu
cabello.
—Déjame
arreglar eso —dijo Kai, quien también asumió una posición
sentada. Metió su índice en el lazo de tu cabello. Escuchaste un
suave “SNAP” antes de que tu moño se soltara y tus cabellos
cayeron con suavidad a los lados de tu rostro.
—¿Qué?
—murmuraste con confusión hasta que viste tu lazo de goma en el
suelo, cortado. Tomaste el ya inútil lazo y lo colgaste frente a ti,
como un gusano muerto—. ¡Ah, que!
Él
tomó el lazo y lo lanzó a algún sitio.
—La
solución es muy simple —sonrió y volvió a recostarse.
—¡Aish!
Este… —gruñiste, luego suspiraste, decidiendo preocuparte por tu
cabello luego. Te dejaste caer en el suelo con tus rodillas dobladas
y tus manos descansando sobre tu estómago. Miraste el cielo claro,
con diferentes sombras que iban del blanco al azul. Era pacífico.
Era hermoso.
—Toma
—dijo Kai, cubriendo con una clase de pedazo de tela sobre tus
ligeramente expuestas piernas, distrayéndote—. Cúbrete con esto.
—Omo
—murmuraste, realmente sorprendida.
—¿Qué?
¿Realmente pensaste que era un pervertido? —se mofó—. Y frótate
con esa cosa mientras estés aquí.
—¿Qué?
—Para
apagar tú esencia. No queremos que los profesores nos encuentren
estando aquí por tu esencia.
—¡Ugh!
—Hiciste una mueca al acercarlo a tu nariz. Olía viejo y húmedo,
como un viejo almacén y naftalina.
—Es
limpio, aunque no huele así —te dijo.
Hiciste
lo que te dijo y volviste a acostarte en el suelo para continuar
mirando al cielo. Miraste las nubes moverse en un agonizante paso
lento. No pudiste recordar la última vez que habías mirado el cielo
de esa manera, solo dejando pasar el tiempo.
—Ey
—le llamaste.
—¿Mm?
—¿Cómo
te sientes? —preguntaste sin quitar los ojos del cielo.
—¿Qué
quieres decir? —preguntó.
—Solo
preguntaba. No te he visto en varios días.
Kai
abrió sus ojos y te miró de reojo.
—Lo
viste, ¿verdad?
No
respondiste y continuaste mirando las nubes que parecían grandes
matas de algodón de azúcar. Sabías a que se refería, pero por
alguna razón no pudiste afirmarlo o negarlo. Le escuchaste suspirar.
—No
fue nada. Olvida lo que viste —dijo y también alzó la vista hacia
las nubes.
—Si
lo dices —contestaste después de un rato.
Kai
suspiró de nuevo antes de sentarse, mirando en tu dirección.
—Dame
tu mano —dijo.
Lo
miraste confundida, pero dudosa le entregaste tu mano.
—La
otra —dijo. La bajaste y le diste la otra mano. La tomó y puso la
otra mano encima, cubriéndola—. Ahora no es tiempo de que te
preocupes por los demás, cuando eres la única que parece
inquietante.
Una
débil y blanca luz comenzó a crecer en sus palmas. Era algo
extraño, y te estremeciste instintivamente. Pero no dolió, y se
sintió cálida en tu piel. Movió sus manos hacia tu muñeca y
desabotonó la manga. La enrolló hacia arriba y descansó su mano en
tu piel. La luz volvió a crecer hasta que suavemente se decoloró y
Kai finalmente dejó tu mano. Te tomó un rato darte cuenta que tu
vena no estaba más hinchada y el gran moretón en tu muñeca ya no
estaba, como si nunca lo hubiese estado.
Miraste
tu mano atónita. —¿Puedes… curar?
—Usualmente
no lo hago —dijo, colocando su mano sobre tus ojos. Los cerraste y
sentiste el mismo calor y sentimiento agradable que habías sentido
en tu mano, y te diste cuenta que era la luz curadora de Kai de
nuevo.
Removió
su mano, y estabas muy segura de que la hinchazón de tu nariz
también se había ido. Abriste los ojos y lo miraste. Estaba
sonriendo, no con su usual sonrisa de lado, sino una débil y amable,
la cual casi le hacía ver como un extraño.
—¿Kai,
qué pasó ahí? —finalmente preguntaste la interrogante que había
estado dando vueltas en tu cabeza desde hacía tiempo.
—Nunca
lo vas a dejar, ¿verdad?
También
te sentaste para verle apropiadamente. —Es solo… me ha estado
dando vueltas. Y no puedo dejar de pensar en ello, especialmente
cuando no te mostraste los últimos días.
—Estoy
bien… solo necesitaba estar un tiempo a solas. No por lo que había
pasado. Todo el mundo se siente así a veces, es perfectamente
normal. Mi padre no tiene nada que ver con eso. ¿Estabas preocupada
por mí? —se burló.
—Lo
estoy
—contestaste honestamente, enfatizando el tiempo presente—. Y sé
que los otros también. Y creo no saben cómo demostrarlo. SuHo lo
vio también, lo sabes.
—Que
problemático —suspiró mientras se rascaba incómodamente la parte
posterior de su cuello.
—Lo
siento por ser tan ruidosa. Está bien si no quieres contarme. Solo
quería saber si estabas bien —dijiste sin mirarlo, jugando con el
dobladillo de tu falda tableada sobre tus rodillas.
Te
miró, respirando fuerte. Se recostó un poco y mirando a la
distancia dijo: —Tenía un hermano.
Lo
miraste, con algo de sorpresa. No esperabas que fuese tan abierto, y
si alguna vez lo hiciera no esperabas que comenzara cruzando esa
línea. Estaban hablando sobre él y su padre. Y ahora de repente
hablaba sobre su hermano.
Kai
continuó mirando a la nada, parecía perdido en su memoria.
—¿Qué
pasó? —preguntaste cuando no decía nada para continuar la
historia.
—Lo
maté.
1
Like hell I would!: ¡Por el infierno que lo haré!
Originalmente esta frase es una manera sarcástica de decir “por
supuesto que no lo haré”
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