Gracias a Nanami T por traducir este capitulo
Regalos y Gratitud
LuHan
te vio caminar por la biblioteca. Incluso te llevaste una silla por
delante en el camino.
—Estúpido
oso canoso. —Sacudió su cabeza impotente y volvió a su libro.
—LuHan
—le llamó Lay, dándole una mirada significativa. XiuMin y
ChanYeol hacían lo mismo.
—¿Qué?
—preguntó.
XiuMin
balanceó su cabeza en tu dirección.
LuHan
soltó un suspiro. —¿Por qué yo?
—No
estás haciendo nada —contestó Lay.
—Aish.
Bien —resopló, levantándose, y también caminó hacia la salida.
Escaneó
el área una vez fuera, pero no pudo verte en ningún lugar cercano a
la biblioteca. Rascó su cabeza molesto. Comenzó a oler, siguiendo
la dirección de tu esencia. Te encontró parada frente a una de las
muchas máquinas expendedoras dispersas por el campus. Te veías
lerda, contando seriamente las monedas en tu mano. Hurgaste en tu
bolsillo del uniforme por más.
—Ah,
en serio —suspiró, acercándose a ti.
Sonreías
al terminar de contar las monedas y estabas a punto de ponerlas en la
máquina, pero LuHan te empujó y comenzó a meter las suyas.
—¡Ah,
qué! —exclamaste.
Casualmente
escogió una bebida y tomó la lata de la ranura. La abrió y bebió
de ella, ignorándote.
—¿Tan
desesperada estás por molestarme? ¡Aléjate de mí! —Lo empujaste
del frente de la máquina. Literalmente le siseaste con molestia
antes de fijar tu atención nuevamente en la expendedora. Estabas a
punto de poner las monedas, pero LuHan volvió a empujar tu mano,
insertando las suyas propias, causando que todas tus monedas cayeran
al suelo.
—¡Aish!
¡EN SERIO! —Vociferaste furiosa, levantando las monedas del
suelo—. ¿Qué te piensas que…? —Paraste a mitad de la oración
al ver que sostenía una lata frente a ti.
Lo
miraste con confusión. Te hizo señas para que la tomases.
—¿E-eso
es… para mí? —preguntaste.
—Te
la estoy dando a ti, ¿no? —contestó secamente.
—¡Bueno,
no la quiero! —dijiste molesta.
—¡Aish!
¡Sólo tómala! —dijo, empujando la lata contra tu frente. No
tuviste otra opción más que tomarla, puesto que él la liberó de
su agarre—. Supongo que no debía portarme tan pesado antes —dijo,
antes de que pudieses expresar alguna palabra de tu cabeza.
Lo
miraste con una expresión de confusión, intentando entender lo que
eso significaba. Se sentó en un banco cercano y continuó bebiendo
su lata, la cual te diste cuenta, era la misma que te había dado.
—¿Estás
intentando disculparte? —preguntaste al fin.
—¡¿Qué?!
—rió, aturdido—. ¿Por qué demonios haría eso? No es mi culpa
que seas estúpida —contestó.
—¡Porque
tú! —gruñiste y realmente intentaste no lanzarle la lata en la
cara, decidiste escuchar mejor tu juicio…
Debe
ser su tonta forma de disculparse.
Le
frunciste el ceño y finalmente te sentaste al otro lado del banco.
Claro que estabas consciente de que era una manera pobre de
disculparse, y cualquier persona normal hubiera hecho lo mismo que tú
con la lata en tu mano. Pero de nuevo, era LuHan de quien estabas
hablando y probablemente él no se disculpa, nunca.
Además, no estabas segura de seguir sabiendo lo que “normal”
significa. “Normal” se fue al otro lado del mundo al momento que
pisaste MA.
Volteaste
la bebida de tu mano, frunciste el ceño nuevamente cuando te diste
cuenta de que clase de bebida él te dio.
—No
bebo café —mascullaste.
—¡Aish!
¡Entonces devuélvemelo! —se quejó mientras intentaba quitarte la
lata de café pero la alejaste.
—¡No
dije que no la bebería! —le dijiste — Y no hay devoluciones.
—Como
sea —dijo con fastidio y se volvió hacia el otro lado del banco.
Bebiste
de él e hiciste una mueca por el fuerte y amargo sabor. Era
Americano. —¡¿Cómo puedes beber esta cosa?!
—La
gente que no toma esto son bebés —dijo.
—No
todos comparten tus mismos gustos, adultos incluidos —le dijiste.
—¿Entonces
preferirías beber leche? —dijo con sarcasmo. Le hiciste una mueca,
sin querer admitir que realmente preferías la leche antes que el
café.
—Si
estás esperando a que te agradezca olvídate de eso. Además, no
deberías agradecerte por una disculpa —dijiste.
—¡Aish!
Ya dije que no era una disculpa. No te creas demasiado.
—Como
sea —replicaste. — ¿Porque estás aquí de todos modos? ¿Te
sientes culpable de que me hayas echado de la biblioteca?
—Fue
tu culpa —resopló. — Deja de andar culpando a los demás.
—¡Estaba
estudiando tranquilamente hasta que viniste a molestarme y me
echaron! Y no respondiste mi pregunta. ¡¿Por qué estás aquí?!
—dijiste, tu temperamento jugándote una mala pasada de nuevo.
—Los
chicos quisieron asegurarse de que nada malo pasara —dijo.
—¿Qué?
—preguntaste, confundida.
—Pensaron
que lo mejor sería no dejarte sola, literalmente.
Ya que eres muy estúpida —masculló antes de tomar otro sorbo de
su café.
Le
escuchaste, pero decidiste quedarte callada y fijarte en cosas más
importantes. — ¿Así que me estás acechando?
—Acechar
es cuando sigues a alguien sin que esta sepa de ello. ¿Parece que te
estoy acechando? Idiota.
—¡Aish!
¡Bien! Lo que sea tu “no acecho” que haces, puedes detenerte. No
necesito a nadie vigilándome, especialmente tú. No me trates como
un niño débil que necesita mucha protección.
—Es
divertido, ya que recuerdo haberte salvado dos veces —dijo
—Eso…
f-fue algo distinto.
—¿Como
que distinto?
—¡Aish!
Solo… —suspiraste con frustración—. De todas formas, no es
como si quisieras estar aquí. Puedo cuidarme yo sola —le gruñiste.
—Basado
en experiencias, eso no es cierto.
—Solo
cállate —dijiste fastidiada mientras caminabas hacia la papelera
para tirar la lata que ahora estaba vacía—. Mis problemas son mis
problemas. No quiero que algo como eso vuelva a suceder —murmuraste
lo último para ti misma.
LuHan
lo escuchó, y sabía que no iba dirigido a él. Miró fijamente tu
espalda mientras estabas parada frente a la papelera, inmóvil. Era
difícil saber que estabas pensando, pero estaba seguro de que te
referías a Kai y ChanYeol. Y por primera vez, se preguntó que tanto
cuidabas de ellos, que otras cosas desaparecieron por no haberlo
dicho, y siquiera alguien más aparte de ti lo sabía.
LuHan
nunca se aficionó con alguien. Para él, la mayoría del tiempo las
personas podían hacerle más daño que cuidar de él. Y entonces
aprendió de la manera difícil. Pero aun así, sabía que tiene
personas a las cuales acudir en cualquier caso, como SeHun y Lay, y
los demás en los que ha confiado: El equipo de fútbol. Ellos podían
ser pocos, pero eran todo lo que él podría necesitar.
En
serio, ella no podría pensar que puede hacer todo sola. No puede ser
tan estúpida para pensar eso...
pensó y se preguntó si incluso hablabas con JiMin de tus cosas.
—Bueno,
me voy… —Sonreíste, sacando a LuHan de sus pensamientos. Fuiste
hasta la máquina expendedora e insertaste unas cuantas monedas.
—Ya
te di algo de beber —te dijo.
—No
es para mí —respondiste, agarrando la lata que cayó en la ranura
de la máquina. Él alzó una ceja mirándote con duda pero tú no le
respondiste—. Gracias. —le dijiste sin mirarle.
—Solo
es café —dijo.
—No
por eso. Por salvarme dos veces. —Sonreíste.
—Puede
que te haya salvado dos veces de ese idiota pero también te he
salvado un montón de veces en cosas diferentes.
—Aish,
bien. Gracias de por todo eso también.
—No
es gratis —te recordó.
—¡Aish!
¡Ya sé, ya sé! Lo dejaste bien claro. —Frunciste el ceño al
recordar todo la esclavitud por la que te hizo pasar, e interiormente
gemiste al percatarte de que probablemente te obligaría a hacer todo
tipo de cosas pronto puesto que no tiene algo más importante en que
pensar.
—¿No
puedes cambiar ese bolso? Porque sigues usando esa cosa, a menos que
seas realmente estúpida o algo así.
—¡Ugh!
Lo cambiaría si tuviera otro para hacerlo, pero no lo tengo
—respondiste con irritación—. Me voy. Y no andes siguiéndome
—dijiste mientras empezaste a caminar, pero te detuviste—. Te
invitaré a beber algo para la próxima.
—No
te preocupes. Incluso estabas pasando mal rato contando las monedas
—resopló.
—¿No
puedes decir gracias o al menos pretender estar feliz como cualquier
persona normal? —jadeaste frustrada.
—Quizás
no soy normal.
—Cierto.
No lo eres. —Frunciste el ceño y seguiste caminando.
—Beber
algo, ¿huh? —Dijo distraído, dándole vuelta a la lata vacía en
su mano—. ¡Hey, oso canoso! —te llamó. Te detuviste y volteaste
a verlo—. ¡Supongo que si iré a tomar algo contigo!
—¡Entendido!
—le gritaste
—¡Sin
devoluciones!
—¡No
soy como tú! —Reíste y finalmente te fuiste.
Él
lanzó la lata en dirección a la papelera, estilo basquetbol. Cayó
perfectamente dentro de ella con un aludido tintineo.
—Estúpido
oso canoso —susurró para sí mismo con una sonrisa en su rostro.
————
Kris
se asomó por una de las ventanas del Club de Arte. Ese día andaban
haciendo pocas actividades fuera, no había atletas corriendo en la
pista, ni jugadores corriendo y pateando la pelota en la cancha de
fútbol, ni estudiantes agrupadas en las bancas viendo los cuerpos y
músculos de ellos. Solo estaba el equipo de voleibol que no
descansaba ni un segundo, sin pensar en los exámenes de la semana
siguiente.
Él
siempre ha sido así, siempre observando. Podría pasar todo su
tiempo mirando las actividades escolares desde esa ventana. Puede
quedarse de la misma forma por horas hasta que los últimos rayos del
atardecer desaparezcan uno a uno gracias a la oscuridad. Podría ver
como las ruidosas actividades de afuera se van lentamente acabando
mientras el tiempo cambia de tarde a noche, hasta que no se oiga más
nada que pequeños susurros de la brisa entre los árboles cuando los
estudiantes ya se hayan ido a dormir. No era un pasatiempo, sino más
como un hábito.
Le
fascinan los paisajes. El mundo que veía por la ventana siempre le
parecía tan diferente. Y todavía, le parece que está un poco más
allá, fuera de su alcance. Todo lo que puede hacer es mirar, pero
nunca podrá acercarse demasiado.
Sus
oídos captaron los ruidos de alguien aproximándose. Puso su
atención a la puerta momentos antes de que la persona estuviera
allí. No tuvo que ver a través de ella para saber quién era. Ha
estado viendo a esta persona por días y ahora su presencia se le
hacía muy familiar. Y todavía había cosas en las cuales no podía
meter la mano, y le hacía incapaz de saber todo por completo.
Una
sombra bloqueó los rayos del sol en el pequeño espacio entre la
puerta y el piso, mientras el que estaba afuera caminaba de manera
inquieta. Kris escuchó un suspiro antes de que la puerta se abriera
completamente. Un cabeza se mostró.
—¡Oh,
Kris shi! —saludaste, un poco aliviada—. Pensé que te
encontraría aquí.
Kris
gruñó en respuesta, esperando a que le dijeras que querías.
—Uhm,
bueno… —dijiste mientras entrabas y te detuviste a cierta
distancia de él—. Quería agradecerte por haberme ayudado ayer.
Realmente, gracias. —Te inclinaste y le miraste nuevamente—. Me
di cuenta de que no te había dado las gracias aún, lo siento —
dijiste, rascándote la cabeza.
—Está
bien —respondió en su tono inexpresivo usual.
—Estoy
realmente agradecida por lo que hiciste. No puedo imaginar que
hubiera pasado si no lo hacías —continuaste.
Kris
no respondió y continuó observándote con su natural rostro pasivo,
haciéndote imposible el poder leer sus pensamientos.
—Y-y
lamento no haber asistido al tutorial esta mañana —añadiste.
—Está
bien, ya me había enterado de tu condición así que no esperaba que
lo hicieras —respondió.
—Oh,
ya veo.
—Ten
—dijo, extendiéndote un cuaderno.
Lo
agarraste sin ganas, con signos de interrogación por todo tu rostro.
—Son
las lecciones que no hemos logrado discutir. Intenté dártelo el
lunes. Úsalo mientras hagas las lecciones en tu libro —te dijo.
Miraste
el cuaderno sorprendida, luego a Kris, luego al cuaderno otra vez. —
¡A-ah, gracias! No esperaba nada como esto. No tenías que
molestarte… — Fue todo lo que lograste decir.
—En
realidad no. Enseñarte para esta asignatura es mi responsabilidad.
Debo estar seguro de que aprendas, sin importar las circunstancias
—dijo con simpleza.
—Oh,
ya veo. Gracias entonces. Usaré esto cuando estudie. —Sonreíste.
Kris gruñó en respuesta. Aún no te movías para irte, solo le
miraste, temblando en el mismo lugar.
—¿Algo
más? —preguntó Kris.
—O-oh
uhm… nada. Hehe. Me voy entonces. Gracias —respondiste y te diste
la vuelta. Pero regresaste después de unos cuantos pasos—. E-en
realidad, hay algo más.
Kris
esperó mientras parecías debatir contigo misma. Pudo sentir emoción
de ti, incluso hasta nerviosismo, pero no miedo, como los demás. Él
últimamente podía sentir las emociones de los demás, y siempre ha
sabido que las personas le temen de alguna forma, creció sabiendo
eso. Todo aquel que se le acercaba le temía, y él sabía porque.
Pero era temido en todo lugar que fuera, incluso entre otras
personas, personas que ni siquiera le conocían. Pero tú no. Ni una
vez ha sentido que le tengas miedo siempre que estaba cerca.
—Ten
—dijiste finalmente mostrándole una lata de Coca. Él te miraba
sorprendido y confundido a la vez—.
Uhm… —murmuraste, pensando en donde poner la lata, te decidiste
por dejarla en la mesa más cercana a él—. Sé que no es mucho
pero, es todo lo que puedo dar. Hehe. Gracias por todo. —
Sonreíste.
Kris
miró la lata, luego a ti. Temblabas haciendo la atmosfera incómoda
y finalmente decidiste romper el silencio.
—¡Te
veré en clases. Adiós! —dijiste y te volteaste apresurada por
salir. Tropezando con un lienzo en el camino—. ¡Lo siento!
—murmuraste mientras lo volvías a poner de pie y finalmente
saliste del salón.
Kris
se mantuvo mirando la puerta por un largo rato antes de volver a
poner su mirada en la lata de Coca. Finalmente se movió del lugar y
se acercó hacia donde estaba la lata. Se quedó mirándola hasta que
al fin decidió agarrar la lata de Coca. Una pequeña sonrisa se
asomó a los extremos de sus labios, dándole una extraña calidez en
su frío y guapo rostro.
————
—Dios,
eso fue tonto —murmuraste mientras tomabas aire profundamente
cuando estuviste al final del pasillo—. Pero pienso que estuvo
bien. —Sonreíste.
Realmente
le diste esa Coca a Kris en algún tipo de acción de gracias. Lo que
él hizo por ti y el equipo de fútbol fue algo tan grande que
pensaste que un simple “gracias” no sería suficiente para
expresarte. Aunque, cuando llegaste al Club de Arte, vacilaste en tu
determinación y dudaste si harías lo correcto. Kris no parece ser
del tipo amistoso y te preguntaste si él pudo pensar que estabas
siendo muy familiar con él dándole la Coca, y quizás hubieras
terminado fastidiándole. Kris no dijo nada cuando le entregaste la
lata, pero tampoco parecía estar enojado así que supusiste que
estuvo bien.
—En
serio, JooRi, siempre te preocupas por los pequeños detalles. De
todos modos… —mascullaste para ti misma y empezaste a pasar las
páginas del cuaderno que te entregó Kris mientras seguías
caminando—. ¡Omo! ¡Esto es fantástico! —murmuraste mientras
veías lo que había en cada página.
Había una lista de términos
con cortas y simples definiciones en una letra clara, así como un
resumen de las partes más complejas de cada lección que necesitan
más explicación. También encontraste un examen al final de cada
tema, y él incluso indicó el número de páginas de referencia para
ello.
—Creo que no es tan frío
después de todo. —Sonreíste.
Giraste en una esquina, y
estampaste tu rostro en algo suave. Miraste arriba para ver de quién
era el pecho con el que habías chocado.
—¡Oh!
Es usted, Song JooRi shi.
—¡Director!
—exclamaste al ver el rostro sonriente del director.
—¿Estudiando
duro? —preguntó.
—Oh.
No realmente —respondiste.
Regresó
a la normalidad,
pensaste mientras le veías el largo, pleno y blanco traje que
extrañamente te recordó a Moisés, si Moisés hubiera sido igual de
gordo.
—Uhm,
Director. Es raro verlo por estos lados —dijiste eventualmente,
dándote cuenta de que estabas embobada frente a él.
—Oh,
voy al Club de Arte. Hay algo que necesito su ayuda, pero me pregunto
si Wu Kris shi está allí —murmuró pensativo.
—Oh,
él está ahí. Yo vengo de allí —le dijiste.
—¿En
serio? ¡Genial entonces! —Sonrió—. ¡Te veo luego!
—Ah,
sí. Uhm… ¿Director?
—¿Si?
—Esa vez, cuando me dijo que
nunca es tarde, usted lo sabía ¿verdad?
—Me
temo que no sé a qué te refieres —respondió, pero seguía
sonriendo.
—Sobre
Kris shi, usted sabía que él podía ayudarnos, ¿cierto?
—¿Qué?
¿Por qué pensaste eso? —preguntó de buen humor—. No entiendo a
qué te refieres.
—Pero,
¿Por qué me dio la Coca entonces?
—Bueno, andaba rodando en mi
oficina, y pensé que la necesitarías, como te veías tan cansada.
—Sonrió.
—Oh.
Está bien —dijiste sin ganas.
—Bueno.
Ahora, necesito seguir mi camino. ¡Suerte en tus exámenes! —dijo
y siguió caminando, silbando.
Le miraste, reflexionando por
unos momentos, hasta que te diste por vencida.
RRRIIIINNNNG…
RRRIIIINNNNG…
Rebuscaste tu celular hasta
que finalmente lo encontraste en uno de los bolsillos de tu bolso.
Llamando…
Lay
010-XXXX-XXXX
—¿Si, diga?
—JooRi, soy yo, Lay.
—Hey, ¿cómo estás?
¿Necesitas algo?
—¿Dónde estás ahora?
—Estoy
en el edificio de Atención Estudiantil, pero me estoy dirigiendo a
los dormitorios. ¿Por qué?
—Ya veo. Me preguntaba si
podrías encontrarme por un momento en la sala estudiantil. ¿Sería
demasiado molesto para ti?
—No, no, está bien. No hay
problema en lo absoluto. Estoy en camino.
—¡Genial! Te espero aquí
entonces.
Beep.
¿Qué
podría querer?
Te preguntaste, pero sonreíste felizmente de igual manera. Estabas
más que dispuesta en encontrarte con Lay a cualquier hora, en
cualquier sitio.
Te dirigiste a la cafetería e
inmediatamente a la sala estudiantil subiendo las escaleras.
Encontraste a Lay y SuHo en una de las mesas de estudio que había
ahí.
—JooRi, lo siento por
llamarte para que vengas tan de repente —dijo Lay.
—No, está bien
—contestaste.
—Ah, ya veo —murmuró SuHo
mientras miraba atentamente tu mochila.
—¿Huh? —murmuraste.
—Es muy malo —dijo SuHo.
—JooRi,
quiero darte esto —dijo Lay, alcanzándote una mochila vacía y
violeta la cual le viste usar varias veces en la escuela.
—¿Huh? —preguntaste en
blanco.
—No puedo dejarte ir por ahí
en la escuela con la mochila viéndose así. En caso de que no tengas
una mochila extra, siéntete libre de usar esta —te dijo.
Podría haber sido fácil
tomar lo que había dicho como un insulto, especialmente cuando no te
gustaba sentir que otra persona te tenía lástima. Pero lo había
dicho tan amable y sinceramente, y se veía mucho más como un ángel
que te rescataba que inmediatamente le agradeciste. Estabas muy
conmovida por ese inesperado acto de genuina bondad.
—¿Pero estás bien con
esto? No sé si te gusta el púrpura —dijo, rascando su cabeza.
—¡Por supuesto! Lo aprecio
mucho. ¿Y qué hay de ti? ¿Estás bien con esto? Quiero decir,
parece tu mochila preferida, te la vi usar mucho en la escuela.
—Está bien. Mientras a ti
te guste —sonrió.
—¿JooRi, también quieres
esta mochila? —ofreció SuHo mientras sostenía otra para que la
vieses—. También puedes usarla si te gusta. No tienes que
preocuparte, tengo otras muchas mochilas que puedo usar.
—No, está bien. Eso sería
demasiado —declinaste, y literalmente te referías al “demasiado”
cuando viste un caimán en relieve en una esquina de la mochila.
Realmente no eras buena en marcas pero habías visto ese logo en
programas de televisión las suficientes veces como para saber que
era muy cara.
—Pero quiero darte mi
mochila también. —SuHo hizo un pequeño mohín.
—Está bien, en serio. No me
veo cambiando mochilas. Sería demasiado codicioso de mi parte
aceptarla cuando es posible que solo la meta en mi armario. Pero
gracias, SuHo. Realmente lo aprecio. —Le sonreíste.
—Lo
entiendo. Pero dime si cambias de opinión. Y si no te gusta te
dejaré elegir entre las otras mochilas que tengo.
—Gracias. Me voy ahora.
Gracias de nuevo —te giraste hacia Lay.
—No hay problema —contestó.
Volviste a tu dormitorio con
una gran sonrisa en el rostro. Te probaste la mochila mientras
mirabas como se te veía en el espejo.
—Estaré usando la mochila
de Lay en la escuela —murmuraste para ti misma, chillando como
loca. En las películas nunca habías entendido porque era un buen
acuerdo siempre que la mujer usaba una de las camisas del hombre.
Pero ahora pensabas que podrías entenderlo, pensando que quizá así
sería como se sentía.
RRRIIIINNNNG…
RRRIIIINNNNG…
Tu teléfono bajó tu cerebro
de la novena nube.
Llamando…
Demonio LuHan
010-XXXX-XXXX
—¿Qué? —contestaste con
impaciencia.
—Ven a mi cuarto, ahora
—dijo del otro lado de la línea.
—¡¿Qué?! —preguntaste
incrédula.
—Sabes dónde está. Cinco
minutos.
—¿Por qué? ¿Qué es lo
que quieres? —preguntaste molesta.
—Solo apúrate. Tengo muchas
cosas que hacer —dijo impaciente y terminó la llamada.
—¿Qué mier…? —murmuraste
mirando el teléfono.
¿Qué
es lo que este demonio querrá ahora?
Te quejaste pero comenzaste a caminar de todas formas. Suspiraste
ante la trágica realidad de que volverías a ser su esclava.
Diste dos fuertes golpes
cuando llegaste a su cuarto. La puerta se abrió revelando el rostro
fastidiosamente guapo de LuHan.
—¿Qué es lo que quieres?
—preguntaste irritada.
—Toma —dijo, sosteniendo
lo que parecía el cuerpo de una mochila.
Solo
lo miraste como cuestionándole y no hiciste ningún esfuerzo por
aceptarla.
—Tómala —dijo.
—¿Por qué?
—¿Por qué más? Dijiste
que no tenías una mochila extra, ¿verdad?
—¿Me la estás regalando?
—preguntaste mientras lo mirabas incrédula.
—Deja de hacer preguntas
estúpidas. Mi brazo se está cansando —dijo impaciente.
—Porque, LuHan…
Pensaste que Lay te había
sorprendido, pero él siempre era amable que ese tipo de cosas lo
sentías más natural. Luhan, por otro lado, nunca en un millón de
años te habrías imaginado que sería capaz de mostrar actos de
amabilidad. Estabas realmente conmovida, y le sonreíste con deleite,
como una madre orgullosa.
—¡Aish! ¡Ya tómala y saca
tu molesta cara de aquí! —Lanzó la mochila a tu rostro, molesto
con tu expresión, y golpeó la puerta con fuerza al cerrarla.
—¿Qué mier…? Aish, ¡este
mal educado pequeño demonio! —crepitaste.
Tomaste la mochila del suelo y
suspiraste.
¡Justo cuando estaba
comenzando a pensar mejor de él, comienza a actuar como la criatura
más insoportable del planeta que siempre es!
Desempolvaste la mochila y
miraste el hermoso color crema.
Pero
supongo que no es tan malo,
sonreíste, caminando de regreso a tu dormitorio con una nueva
mochila.
Aquí las imágenes de las mochilas que LuHan y Lay le dieron a JooRi:
No hay comentarios:
Publicar un comentario