Ese sería su primer día en la
nueva institución. Con 15 años había estado en diecisiete escuelas diferentes,
esta era la número dieciocho. No era extraño que ingresara en mitad de año, y
al estar tan poco tiempo en cada una, tampoco sabía que eran lo amigos.
Pero esta vez esperaba fuera por más tiempo, eso le había prometido su
padre.
Caminó hasta la entrada y entre
el griterío de la mañana se dirigió a la dirección para presentarse. Le pareció
que el director era amable. Le dio un mapa de la escuela y un horario, más los
clubes a los cuales podía inscribirse. Luego, esperó a que el timbre sonara
para que los alumnos abandonaran los pasillos y así caminar libremente por
ellos.
Llegaron a la puerta del salón de
la que sería su clase. No estaba nervioso, en lo absoluto. Él era alguien de
fácil hablar, pero que no podía encariñarse. Cuanto más se unía a alguien, más
costaba alejarse, y eso lo había aprendido por las malas.
El director ingresó al salón,
pidiendo permiso para interrumpir la clase y lo hizo ingresar, presentándolo.
- Bien, chicos. Él será su nuevo
compañero, Lee HyukJae. Espero que lo traten bien – los amenazó con el dedo,
pero era un chiste, y todos lo sabían, por lo que rieron.
El joven miró el salón,
observando los rostros de cada uno de sus nuevos compañeros. Él conocía muy
bien la clase de chicos con la que contaba cada escuela, y esta no era la
excepción.
Muy atrás estaban los brabucones,
identificó bien los rostros, para no cruzárselos fuera. Bien adelante había
algunas chicas que murmuraban entre ellas y soltaban risitas tontas mientras lo
observaban. Sonrió ante eso, jamás estaría con una de ellas. Era homo, y lo
podía gritar al mundo, no le importaba. Por otro lado, encontró en un lugar
apartado, entre la segunda y la tercera fila a los nerds, le gustaba juntarse
con ellos porque lo ponían al día. También estaban cerca de la ventana aquellos
que eran seguidos por todos, haciendo que el mundo los envidiase por su
perfección física y académica. Y por supuesto, aquellos que no destacan en
nada, quizá un poco en deportes, pero a nadie le importa realmente.
Pero había alguien que lo
desconcertó. Era el único en sentarse solo, estaba exactamente detrás de los
seres perfectos y delante de los brabucones. Por alguna razón era el que mejor
vista tenía al parque, un aura extraña lo rodeaba, algo que decía que no debía
acercarse, pero al mismo tiempo, su aspecto era inocente y adorable, te hacía
querer hablarle y seguirle donde fuera que vaya.
Luego de la charla del director,
el profesor le índico que se sentase al lado de este chico misterioso. Se
acercó con algo de precaución y se sentó para escuchar la clase. No habló y su
compañero tampoco.
Apenas sonó el timbre del receso,
se levantó para salir, pero algo lo detuvo.
- Será mejor que te quedes aquí –
le habló el chico -. No se puede salir del salón desde que un alumno se escapó.
- ¿Pero eso no es molesto también
para los profesores? – el chico sonrió. HyukJae se sentó nuevamente y lo miró.
- ¿Sabes una cosa? Me agradas, y
eso es difícil – se tiró para atrás y cerró los ojos -. En realidad me dejan
encerrado aquí y uno de los alumnos debe cuidarme, de todos modos te obligarían
a quedarte – señaló al grupo de brabucones que los miraban desde la puerta.
- Lee HyukJae – se presentó,
haciendo que el otro lo mirara divertido.
- Te queda mejor EunHyuk, por tu
cabello – señaló el cabello teñido del nuevo -. Lee DongHae – extendió su mano
y ambos se saludaron.
El salón quedó vacío luego de unos minutos, dejando a ambos solos,
haciendo que HyukJae se sintiera algo incómodo. Se levantó y se dirigió hacia
la puerta, bajo la atenta mirada de DongHae.
- Es una pérdida de tiempo, está
trabada, igual que las ventanas.
Tal como dijo, no podía abrirla.
Con desespero se dirigió a las ventanas e intentó abrirlas. Era imposible.
- Supongo que debí avisarte que
el alumno que escapó fui yo, ¿no?
Una sonrisa de burla se dibujó en
el rostro inocente de DongHae.
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