sábado, 21 de septiembre de 2013

ROL - XiuHan - 4

MinSeok - (Littleevilmaknae)

No estaba seguro de cómo reaccionar ante los cuidados excesivos de SeHun para con LuHan, que yo debía hacer en su lugar. No sabía si debía enfadarme y celar a mi novio como una adolescente de quince años o si, en cambio, tomarme todo esto como si fuera algo normal entre compañeros y familia. Pero claro que no podía hacer eso, no desde la confesión de mi compañero de habitación durante la noche anterior.

Entonces, mientras contemplaba con decepción la escena del maknae llevando al chino en sus brazos, noté que no era el único que los miraba así. Tao miraba al más alto igual que yo, con inseguridad, miedo y celos. De inmediato las piezas del rompecabezas encajaron, y por fin entendí los sonrojos constantes del panda cuando ambos interactuaban, las miradas indiscretas y los disimulos no tan disimulados que a veces veía en el miembro de EXO-M. Con tristeza sonreí, abrazando por los hombros al otro.

—Te gusta mucho, ¿verdad?

—Sí… —contestó con mirada risueña—. No, espera, ¿qué?

¡Era tan adorable! A veces pensaba que si me hubiese enamorado de él las cosas serían más fáciles. No entendía por qué me había enamorado de alguien tan perfecto que sonaba imposible que él me correspondiera, o siquiera me apreciara.

—Que te gusta SeHun —insistí—. Es algo muy notorio.

—Ah… No, no me gusta —dijo cabizbajo y con las mejillas sonrojadas.

—Ah, ¿sí? ¿Y por qué lees tantos escritos sobre ustedes?

—¡Hyung! —gritó haciéndome reír—. Bueno, está bien, me gusta. Pero es un secreto —me miró con advertencia a lo que yo asentí—. Además… a él le gusta LuHan gege —añadió con tristeza.

Yo le sonreí con pena, sabiendo que no era del todo mentira. Pero con una idea en mente, le confesé un secreto al oído.

—¿Sabes? LuHan y yo salimos desde hace un año.

Como si le hubiera anunciado que era Navidad y su regalo era un nuevo bolso de la colección Gucci, el menor saltó sobre su lugar.

—¿De verdad? Eso es genial, ¡hyung!

Ambos seguimos hablando de temas triviales en el camino a casa, Tao con su habitual energía recuperada, era el que iniciaba todos los temas y parecía de muy buen humor por la noticia antes recibida.

Cuando llegamos, SeHun se apresuró a dejar al chino en su cama y a darle primeros auxilios. En cuanto el enfermo se quedó dormido, él abandonó la habitación y yo me quedé con la excusa de estar buscando algo. 
Me aseguré de que no hubiese nadie fuera de la habitación, cerré la puerta con seguro y me senté en la silla que estaba al lado de la cama.

Me dediqué a admirar su rostro. No era posible tanta belleza en una sola persona; pestañas largas, nariz respingona y probablemente razón de envidia de muchas mujeres, los pómulos sobresalientes, el flequillo cayéndole en la frente, mentón pequeño  y labios preciosos. Sin poder evitarlo le di un beso, inocente y casto.

—LuHan —le llamé sabiendo que el otro no era capaz de escucharme—. LuHan, tengo miedo. ¿Vas a dejarme? Te quiero demasiado, por favor, no me dejes solo —continué, tomándole de la mano que descansaba sobre su pecho—. Es en serio, no me… dejes… solo —una lágrima cayó sobre su cuello y exhausto dormí en el espacio sobrante de su cama, usando de almohada mi brazo y con la otra mano sin soltar a la de mi novio.


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