Ya eran pasada las siete de la tarde
cuando viajábamos hacia el departamento, el trayecto no había sido en lo
absoluto tranquilo. Con un nuevo objeto de burla, nueve personas no paraban de
molestarnos con el incidente.
—Yo lo veía venir, en serio —decía BaekHyun.
—Eso explicaría los ruidos de la otra
vez... —comentaba ChanYeol como quien resuelve un gran misterio.
—¿Y los hijos para cuándo?
—¿Deberíamos intentar tener hijos, Baek?
—Sí, ¿por qué no?
En especial dos personas se burlaban,
aunque no estaba seguro de si sus últimas bromas respecto a tener hijos eran
del todo falsas. Yo juraba que BaekHyun y ChanYeol ocultaban algo, sobre todo
por el estado del cabello del mayor cuando salían juntos de una habitación o
cuando ambos se dirigían miradas cómplices.
A pesar de todo, LuHan no dejaba de mimarme.
Me besaba la nariz, me hablaba al oído y acariciaba mis manos. Yo sólo podía
sonrojarme de satisfacción, ignorando las miradas indiscretas de los demás.
—Dile a SeHun que les deje compartir el
cuarto —dijo WuFan a mi novio en cuanto llegamos. No pude comentar nada al
respecto, porque en un abrir y cerrar de ojos lo tenía a él encima de mí llevándome
hasta la habitación.
—Ya, Lu. SeHun está durmiendo —le decía
mediante susurros pretendiendo no despertar al maknae. Ni bien pisamos
territorio el menor me estaba besando hasta dejarme sin respiración. No es como
si no necesitara con locura que lo hiciera, conste que lo hacía, pero la
presencia ajena me hacía sentir terriblemente incómodo.
—No importa, los chicos dijeron que
podría quedarme aquí.
—Déjalo, en serio. Por favor —rogué angustiado.
No soportaba la idea de herir al miembro de EXO-K encontrándose con una
desagradable escena.
Sin embargo la voz de SeHun se oyó desde
su cama cargada de rabia e impotencia.
—Creí que eras buena persona. Pueden
quedarse con el cuarto si quieren.
Antes de darme cuenta, SeHun se había
marchado golpeándome el hombro en su camino y yo estaba nuevamente quebrado en
todos los fragmentos posibles.
LuHan, con el ceño fruncido, quiso
seguir al más alto pero se lo impedí tomándolo de la muñeca.
"Él no tiene la culpa"
"no me dejes solo otra vez".
Afortunadamente mi novio entendió el
mensaje sin necesidad de palabras. Con infinita ternura, me guió hacia la cama más
cercana donde ambos nos sentamos y yo me refugié en mi lugar favorito; sus
brazos.
—¿Qué pasó, Min? —preguntó dulcemente sin dejar de
acariciar mi cabello. Con un suspiro de resignación relaté todo, desde la
confesión del menor, mis estúpidos celos, mi inseguridad, el descubrimiento de
Tao y el miedo por perderlo a él. Yo mismo pensaba que me veía idiota así,
contando todos mis problemas como si hablara con un psicólogo. Y sin embargo,
como siempre, él me escuchaba con mucha atención y cada tanto besaba mis
mejillas o me sonreía, animándome a seguir.
—Tendrías que habérmelo contado antes, MinSeok. Sabes que
no tienes por qué sufrir todo esto solo siendo inocente de todo. ¿Por qué no lo
hiciste?
—Tenía miedo —confesé entre sollozos—. ¿No notas lo
perfecto que eres? Sigo sin
entender por qué me eliges sobre todas las cosas. Y si
SeHun con quien compartes tantas similitudes gustaba de ti, había grades
posibilidades de que le correspondieras.
—Min —habló con su suavidad habitual—, la última cosa que
voy a dejar de hacer es amarte, ¿lo entiendes? Te amo más que a nada... Sí, más
que a la carne, al fútbol... —y siguió agregando al oír mi suave risa,
acercándose cada vez más a mí— al Manchester, a los baozis... —finalizó
mordiendo mi labio inferior.
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