Drama en la cafetería
—Aquí
están —dijo el doctor Jung, alcanzándote los nuevos lentes, los
cuales acababan de llegar esa mañana. Hiciste una mueca ante el
llamativo color bordó—. Tienen el mismo grado que los tuyos
viejos, así que deberían irte bien, asumiendo que la condición de
tu vista no cambió. Pruébatelos.
Te
quitaste los lentes temporales que habías estado usando los últimos
días y finalmente te pusiste los nuevos. Adquiriste la claridad
familiar de tu alrededor y sonreíste agradecida de que no tendrías
más ese dolor de cabeza que tenías todo el tiempo con los
temporales.
—Bueno,
¿cómo están? —preguntó el doctor.
—Los
lentes están perfectos —contestaste.
—Genial
—sonrió el doctor y alejó tus lentes temporales, guardándolos en
uno de sus muchos cajones—. Como sea, no necesitas preocuparte por
los honorarios de esos lentes. La escuela decidió hacerse cargo de
todos los problemas que tuviste, aunque algunos hayan sido tu culpa
—agregó la última parte, señalándote.
—¿Qué?
—Hiciste un mohín, pero realmente no podías argumentar contra eso
porque sabías que tenía razón—. Digo, ¿puedo pedir que cambien
los marcos de alguna forma? ¿El color al menos?
—Eso
sería empujándolo. ¿Por qué querrías cambiarlo, además? Creo
que el color se ve bien —te dijo.
—Es
tan intrépido —contestaste mirándote en el espejo.
—No
lo es. Por otro lado, tú eres la que es simple. Al menos ahora la
gente verá algo en ti que no es aburrido, eso incluso te ayudará a
conseguir amigos.
—Son
solo lentes. —Rodaste los ojos.
—Bueno,
puedes cambiarlos si realmente quieres. Pero saldrá de tu bolsillo.
—No
importa —contestaste casi de inmediato—. Me voy ahora. Gracias.
—¡No
aún! —te paró el doctor Jung.
—¿Qué?
—No
te llamé solo para darte los lentes. Sigo necesitando hacerte
algunos estudios para asegurarme que ya estás bien —dijo.
—Pero
ya estoy bien — le dijiste.
—¿Necesitamos
asegurarnos.
—¿No
podemos hacerlo luego?
—Deja
de quejarte y siéntate —te ordenó.
—Pero
ya es casi el almuerzo —te quejaste.
—La
cafetería no correrá —contestó despectivamente, comenzando a
chequear tu pulso.
Hiciste
mala cara, pero te sentaste obedientemente. El doctor Jung te había
dicho el día anterior a que tus nuevos lentes llegarían ese día y
lo primero que debías hacer ese día era ir a buscarlos. Es
innecesario decir, que era casi medio día cuando finalmente
decidiste buscarlos. Además, en realidad no eras una persona
madrugadora y era sábado, los eventos de los días anteriores te
habían desgastado, sin mencionar que la liberación de tu Core te
había dado un agotamiento mayor y agregado a todo, lo exhausta que
estabas el día anterior y aun así estuviste fuera de la cama cuando
se suponía que debías descansar; terminaste durmiendo hasta las
horas finales de la mañana. Inmediatamente te dirigiste a la
enfermería después de tus preparaciones tempranas de la mañana—o
en este caso, no tan temprana mañana—y ni siquiera habías tenido
tiempo de desayunar. Tu entusiasmo de ir a la cafetería no era solo
por el hambre, sin embargo. Tenías ese inexplicable y persistente
deseo de querer ver al equipo de fútbol. Quizá tenía algo que ver
con el estrés en el que habías estado atrapada todos esos días, o
quizá porque habías estado encerrada en tu cuarto y teniendo tus
comidas sola, o quizá porque estabas siendo muy sensible esos días.
Pero no importaba, todo lo que sabías era que tenías esa extraña
sensación de anhelo, como cuando de repente pierdes a alguien muy
importante y se encuentran de nuevo, y no quieres más que pasar el
tiempo con esa otra persona. Aunque en realidad, si podías resumir
todo, ponerlo en dos simples palabras: los extrañabas.
Esto
es loco. ¿Cómo puedo extrañar personas que apenas vi ayer?
—Discúlpame
un instante —dijo el doctor Jung, distrayéndote de tu
ensimismamiento, poniendo el teléfono en su oreja—. Oh, MinAh,
bebé… ¿qué estoy haciendo ahora? Pensando en ti, por supuesto…
oh, sí, lo siento, me perdí la cita de la última semana. Tenía
cosas que necesitaba atender. Pero no te preocupes, prepararé algo
para ti el próximo fin de semana… te prometo que nos divertiremos
mucho juntos —dijo. No te preguntaste que tipo de “diversión”
implicaba por la manera de decirlo.
Aquí
está el pervertido. ¿Cuántas chicas tendrá? En serio,
pensaste y le frunciste el ceño. Estabas más que segura de que ese
era un nuevo nombre del que no habías oído en las últimas
llamadas. Él había estado comportándose como el doctor de la
escuela decentemente, por lo que te habías olvidado completamente de
ese lado suyo.
—¿Qué
color? Hmmm… rojo sería ardiente —rió entre dientes al decir la
palabra “ardiente”—. Con encaje, por supuesto… ah, ya lo
estoy visualizando. No puedo esperar…
Te
estremeciste con horror e intentaste no imaginar de que cosa roja con
encaje y que visualizaba, estaban discutiendo, e irritada lo pateaste
en la espinilla.
—¡Ow!
—aulló el doctor Jung y te lanzó una mirada acusadora. Solo
continuaste mirándolo, dejando en claro que no querías oír el
resto de la conversación. —Ah, no es nada, cariño. Como sea, debo
irme ahora. Algunas urgencias llegaron. Te veo pronto. ¡Muaah!
—dijo, dando, literalmente un beso al micrófono del teléfono
antes de finalmente cortar la llamada.
—Ah,
¡en serio! —le gritaste.
—¿Por
qué fue eso? —dijo el doctor Jung, acariciando su pierna
palpitante.
—¡¿Cómo
puedes hablar así frente a una menor?!
—Aigoo.
Estaba hablando de que brasier debería…
—¡No
quiero oiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiir! ¡Aish! —gritaste, cubriendo tus
oídos con las manos.
—Aigoo.
Deja de pretender que eres una ingenua niña pequeña. Sé que los
niños de estos días saben muchas más cosas de las que deberían
saber. Como sea —dijo con una sonrisa soñadora hacia el techo—.
No puedo esperar. Los pechos de MinAh….
—¡YA!
—le cortaste—. ¡Mantén tus pensamientos pervertidos para ti!
¿Qué pasa con los hombres y los pechos de todas formas?
—¿Estás
bromeando? ¡Los pechos son la cosa más maravillosa creada en todo
el universo! Son lindas y suaves y blanditas… pero probablemente no
lo entiendas porque desafortunadamente no has sido dotada en esa área
—dijo mientras usaba una lastimosa expresión mirando tu pecho.
¿Qué
mier…?
—¡Oomf!
—gruñó el doctor Jung cuando le lanzaste una almohada con todas
tus fuerzas a su cara.
—¡Es
todo! ¡Me voy! —dijiste, pisando fuerte hasta la puerta.
—Ya,
solo estaba bromeando —le escuchaste reír, pero lo ignoraste y te
dirigiste fuera.
—¡Aish!
Este pervertido. Me hace preocupar al pensar como mi padre era amigo
de alguien como él —murmuraste para ti.
De
alguna manera, recordaste lo que Kai también te había dicho durante
su primer encuentro en la azotea.
—No
te preocupes. No estoy interesado en chicas bajas ni copa A.
¡Ugh!
Hombres, sacudiste
la cabeza.
—Hablando
de Kai, me pregunto dónde estará —murmuraste. La escena que
accidentalmente habías presenciado el día anterior se había
repetido en tu cabeza durante varias horas y no podías solo sacudir
la cabeza y sonreír cuando te encontró escondida detrás de un
muro. No estabas segura si él sabía que lo habías visto, pero si
lo sabía no lo había demostrado. Además, no pudo evitar mostrar
una sonrisa con pesar. Algo estaba mal, y estabas casi segura de que
él no estaba bien a pesar de como actuaba.
—¿Cómo
puede ser? Después de algo como eso —murmuraste nuevamente para
ti.
—¡JooRi!
—La voz de SeHun sonó, sacándote de tus pensamientos. Lo
encontraste junto a LuHan a una corta distancia, ellos también iban
a la cafetería. Tus labios inmediatamente se ampliaron en una
sonrisa, más especialmente cuando viste que Lay también los seguía
de cerca. Inmediatamente te acercaste a ellos.
—¡Hola,
chicos! —los saludaste alegremente, e incluso le dirigiste una
sonrisa a LuHan, quien se estremeció ante tu extraño acto.
—Te
ves muy feliz hoy —observó Lay.
—Lo
estoy —sonreíste.
—¿Cómo
te estás sintiendo ahora? —preguntó SeHun, pasando un brazo sobre
tu hombro.
—Estoy
mejor. Aunque mi nariz sigue un poco hinchada.
—No
estará completamente sana hasta dentro de unos días —sonrió Lay
simpáticamente.
—Bueno,
mientras pueda respirar está bien —contestaste quitándole
importancia.
—Se
ve bien en ti, de todas formas —se mofó LuHan. Le frunciste el
ceño y decidiste que no arruinaría tu buen humor.
Ahora
que pensabas en eso, hacía bastante desde que no bromeabas así con
LuHan. Últimamente no habían realmente
hablado, o mejor dicho, gritado entre ustedes, por todo el estrés
que el equipo de fútbol había tenido.
¡Sigue
siendo el mismo depreciable pequeño demonio!
Te
encogiste al recordar que seguían sin resolver la última pelea
sobre lo que había ocurrido durante el juego de Chen. Te consolaste
con la esperanza de que con los últimos acontecimientos que
ocurrieron, y tendrían en adelante, fuese olvidado.
—¿Esos
son tus nuevos lentes? —preguntó SeHun mientras abría la puerta
de la cafetería.
—Sí.
Finalmente llegaron hoy temprano —contestaste.
—Son
geniales. ¿Puedo probarlos? —preguntó SeHun y te los sacó
incluso antes de que pudieses contestar—. Whoa! —dijo cuándo se
los puso—. Omo, me dará dolor de cabeza —dijo quitándoselos y
devolviéndotelos. Reíste entre dientes y paraste a mitad de camino
cuando finalmente pudiste ver claramente las expresiones de los demás
estudiantes de la cafetería.
No
debería sorprenderte toda esa atención que recibías después de
todos los acontecimientos pasados, especialmente cuando ese era tu
primer aparición “normal” en público con el equipo de fútbol
después del incidente. Intentaste ignorar la sensación incómoda
cuando los usuales gritos de la cafetería se redujeron a susurros y
murmullos de los estudiantes entre ellos, sobre ti. Y estabas segura
de estar atrayendo más atención que los días venideros, juzgando
por las miradas asesinas que recibías principalmente de la población
femenina, a la vez que lanzaban dagas por los ojos en tu dirección.
—Perra
—siseó una estudiante en el momento que pasaste frente a ella.
—JooRi,
por aquí —te dijo Lay cuando te extraviaste unos pasos de ellos
por no prestar atención. Puso una mano suavemente sobre tu espalda y
te guió hacia la mesa del equipo de fútbol.
—¡JooRi!
—te saludó alegremente Chen, aparentemente ajeno a que la
cafetería había repentinamente cambiado su atmosfera. Los otros
también te dieron una cálida bienvenida.
—Ey,
chicos —los saludaste de vuelta, tomando asiento junto a SuHo.
—¿Dónde
está JiMin? —te preguntó SuHo.
—Dijo
que el equipo de vóley almorzaría junto hoy, así que no vendría
con nosotros.
—Oh,
ya veo. Bien, entonces, deberías ir a buscar tu comida antes de que
desaparezca —te dijo.
—JooRi,
quédate aquí. Te traeremos la comida para ti —ofreció Lay.
—¿Qué?
¡No! —contestase inmediatamente.
—Está
bien, JooRi. Acabas de salir de tu encierro. Sé que tu cuerpo sigue
cansado por lo que ocurrió ayer cuando se suponía debías estar
acostada. No será bueno para ti andar mucho por ahí. Además, hay
una larga fila. Piensa que es un agradecimiento por haber salvado a
Kai y ChanYeol. ¿Qué quieres comer? —te preguntó SeHun.
—No,
chicos. En serio. Estoy bien. Iré por mi propia comida —protestaste
y te levantaste, determinada a ir con ellos.
—Ven
aquí, JooRi. —Chen, quien estaba parado, se acercó a ti y te
forzó a sentarte de nuevo—. Dile a los chicos lo que quieres
—dijo.
—Pero
—protestaste de nuevo, pero no pudiste terminar lo que estabas
diciendo, Chen puso un gran pedazo de kimbap
en tu boca con sus palillos.
—¿¿Qué??
—murmuraste incoherentemente, mientras intentabas masticar el gran
pedazo de comida en tu boca.
—Aish,
Chen. Ella se atragantará con eso —le reprimió SuHo mientras te
alcanzaba un vaso con agua.
—Gracias
—murmuraste antes de tomar algunos sorbos—. ¿Dónde están Kai y
ChanYeol? —preguntaste al no verlos.
—Están
en la oficina del director en una reunión —informó SuHo.
—¡¡¿Qué?!!
Pensé que lo de ayer suponía ser la última reunión.
—No
te preocupes. No es por alguna expulsión esta vez. Sin embargo,
sigue siendo necesario que sean sancionados. Después de todo,
causaron serias heridas —explicó BaekHyun.
—Ah,
ya veo —murmuraste preocupada.
—No
hay que preocuparse. Lo peor será que les den de tres a cinco días
de suspensión, ya que la fiesta también estuvo mal —aseguró
SuHo.
Suspiraste
suavemente decepcionada. Esperabas tener un almuerzo con todos.
Los
otros finalmente volvieron de la fila. Lay cargaba dos bandejas, las
cuales se balanceaban en ambas manos.
—Aquí
está tu comida —dijo, poniendo una bandeja frente a ti.
Suspiraste.
—Gracias. Realmente no debiste ha… ¡Espera! ¿Qué
es esto?
—preguntaste al ver la montaña de comida sobre tu bandeja.
—Pensé
que deberíamos agregar algunas porciones porque necesitas recargar
tus fuerzas. ¿Verdad? —te sonrió LuHan.
—Tiene
razón. Termínatelo todo, JooRi, y tu salud volverá. —SeHun te
dio una sonrisa genuina.
Tenías
planeado protestar, pero no querías ofender las buenas intenciones
de Lay y SeHun.
¿Cómo
es posible que termine todo esto? ¡Debe ser idea del demonio!
Gruñiste mentalmente mientras cortabas a LuHan en miles de
pedacitos.
—Mira
esto. ¿Cómo puede ella seguir comiendo con ellos después de todos
los problemas que les causó? —escuchaste a alguien decir detrás
de ti.
—Incluso
les hizo traer su almuerzo. El valor de esta bruja —otra voz dijo
algo más alto, y estabas segura de que tenía la intención de que
escucharas todo lo que tenía para decir.
Te
retorciste incómodamente en tu asiento. Sostuviste el aliento
intentando luchar con la urgencia de girar el rostro.
Que
no te molesten, JooRi. Solo quieren problemas.
—La
basura siempre será basura —llegó otro comentario.
Saltaste
en tu asiento cuando de repente D.O. estrelló sus palillos contra la
mesa, rompiendo las piezas de metal. Las mesas alrededor hicieron
silencio y lo miraron sorprendidos. Se veía cabreado y su vista se
dirigía hacia detrás de ti.
—¿Tienes
algún problema? —dijo D.O. fríamente, lo cual hizo que giraras
para ver quién era la que estaba sentada detrás de ti. Eran un
grupo de chicas, que también miraban a D.O. sorprendidas.
Finalmente, una de ellas se levantó y golpeó la mesa con sus manos.
—¡No
puedo aceptarlo más! —escupió caminando hacia tu mesa—. ¡¿Por
qué siguen juntándose con ella después de todos los problemas que
les trajo?! —resopló frustrada y señalándote con dedo acusador—.
¡¿Y por qué siempre come con ustedes?! ¡Están pasando demasiado
tiempo con este desperdicio, no sé porque están haciendo esto en
primer lugar! Hay muchas chicas que mueren por estar con ustedes,
pero, ¡¿por qué ella?! ¡¿Es solo un trozo de basura?! ¡¿Por
qué lo hacen?! —gritó y se dirigió a ti en la última oración.
Tan
solo la miraste como estúpida, sorprendida de lo que acababa de
hacer y decir. Toda la cafetería se sumió en silencio y la atención
de todos estaba en tu mesa.
—Bueno
—dijo SuHo, rompiendo al fin el silencio—. Es nuestra manager
—sonrió mientras colocaba una confortable mano sobre tu hombro.
—¡¿Qué?!
¿Entonces es cierto? ¿Realmente la hicieron su manager? —preguntó
incrédula.
—¿Por
qué no? —contestó BaekHyun molesto.
—Es
perfecta —le sonrió XiuMin.
—No
podríamos pedir más —observó Chen al margen.
—Pero…
pero… ¿por qué? No sabíamos que estaban buscando un manager…
—gimoteó, pero D.O. la cortó.
—No
es tu maldito asunto. Eres putamente ruidosa. Piérdete.
Ella,
junto algunos otros estudiantes, incluyéndote, jadearon ante lo que
D.O. había dicho. SuHo, XiuMin y Lay veían incómodamente al chico.
Chen ahogó una carcajada, mientras LuHan continuó comiendo pasando
su mirada de la chica a D.O. BaekHyun solo miraba a la chica
irritado. SeHun, por otro lado miraba al chico horrorizado con la
boca abierta.
Los
labios de la chica temblaron con enfado y sus dedos se curvaron en
puños. Comenzó a mirar la cafetería y se dio cuenta que toda la
atención estaba sobre ella. Miró nuevamente a D.O. con enojo y
dolor escrito en todo su rostro. Lagrimas comenzaron a caer de sus
ojos y antes de comenzar a llorar, rápidamente corrió fuera de la
cafetería.
—¡EunByeul
ah! —la llamaron sus amigas y la siguieron.
—A-ah
—murmuraste después de un rato, lanzando una mirada incomoda a los
demás, rompiendo el silencio—. ¿Seguimos comiendo? Jeje…
—D.O.
ah, eso fue muy cruel —le dijo Lay.
—Se
lo merecía —replicó D.O.
—¡Pero
estuvo mal, hyung —le regañó SeHun. D.O. le lanzó una mirada
molesta.
—¡A-ah!
La comida se enfría. ¡Sería un desperdicio, la comida de hoy está
deliciosa! Continuemos comiendo. Chicos —torpemente les
interrumpiste antes de que comenzaran a pelear. Nadie contestó.
SeHun seguía mirando a D.O. con una expresión trastornada—. D.O.,
te traeré nuevos palillos —dijiste finalmente.
Dubitativamente
te levantaste e hiciste el camino hasta el contenedor de palillos.
Pudiste sentir las miradas de los otros estudiantes quemando en la
parte posterior de tu cabeza.
—¡Oomf!
Lo siento —murmuraste al chocar tus caderas contra una mesa en el
camino.
Omo.
¿En qué me he metido?
No hay comentarios:
Publicar un comentario