DongHae salió del
colegio. Era la primera vez que lo dejaban salir tan temprano, así que corrió
hacia HyukJae que iba delante.
- ¿EunHyuk, podrías
ayudarme con la tarea de matemática? – le preguntó con un pequeño puchero. El
otro lo observó durante unos segundos, pero luego asintió -. ¿Vienes a mi casa?
– el chico negó algo asustado.
- Mi padre me obliga a
volver apenas terminen las clases…
- Puedes llamarlo. Me
prohibieron ir a tu casa. Mi madre no vuelve hasta la noche… y mi hermano me sigue
– DongHae observó alrededor y encontró a uno de los monos de su hermano, luego
se lo señaló a EunHyuk. Este se giró y lo vio, luego, el hombre desapareció -.
Por favor – suplicó.
- Supongo que puedo
llamarlo desde tu casa – DongHae sonrió y le tomó la mano antes de salir
corriendo.
Al llegar a la casa
del más pequeño se encontraron con que el hombre que los había observado en la
salida del colegio estaba en la puerta, así que antes de que los viera llegar
Hae lo convenció de ir a su casa, siempre podía mentir y decir que necesitaban
hacer otro trabajo, él no necesitaba ayuda con matemática, pero era la excusa
perfecta, ya que su compañero siempre obtenía las mejores notas en la materia.
La casa de EunHyuk
estaba vacía, lo cual a DongHae le venía como anillo al dedo. Apenas ingresaron
en el cuarto del dueño de la casa, dijo que necesitaba ir al baño, así que
salió de allí y luego de cerrar la puerta, se dirigió a la oficina del padre de
la casa.
Caminó lento y
cuidadoso de que EunHyuk no saliera del cuarto y lo descubriera. Al llegar a la
puerta, la abrió, sonriendo por que estuviese abierta.
Ingresó con cuidado y
cerró la puerta. Lo más rápido que pudo se acercó al escritorio y buscó aquella
libreta negra que había visto la última vez. Le pareció sorprendente lo rápido
que estaba haciendo todo, incluso lo fácil que le estaba siendo. Observó
alrededor nervioso y abrió aquel libro.
Eran notas. Notas y
más notas sobre cómo funcionaba cada una de las nuevas creaciones, también
sobre la materia prima que adquiría visitando diferentes barrios y jefes. Todo
era normal, hasta que llegó a las pruebas. Aquel hombre probaba con adictos.
Sujeto 1: muerto.
Sujeto 2: muerto.
Sujeto 3: muerto.
Y así hasta llegar al
10. Luego estaba escrito como murieron y si estaba cerca de cumplir el
cometido.
“No hay cambios
respecto al nivel de adicción. Aumenta con cada inyección.” Decía al final.
“Se ha logrado que el
sujeto de prueba 8 consuma poca cantidad durante cuatro tomas. Sin embargo, el
nivel de toxicidad sobrepasó el límite y el sujeto murió.”
Siguió leyendo, las
reacciones eran muy parecidas. Pero algo más llamó su atención. Los nombres,
mejor dicho, los apodos de quienes habían sido los sujetos de prueba, eran los
que más debían a su hermano y quienes habían pagado la totalidad.
- ¿Interrumpo? – DongHae
comenzó a sudar frío. Levantó el rostro para encontrarse con el hombre. Aquel
que lo había amenazado. Se levantó, tirando la silla y libreta al suelo, se
pegó a la pared muerto de miedo.
- Y-yo, so-solo –
tragó saliva e intentó gritar, pero el hombre fue más rápido y lo encerró entre
sus brazos contra la pared. Tragó nuevamente y lo miró a los ojos -. EunHyuk
iba a ayudarme con matemática.
- ¿En serio? – su voz
sonó irónica -. Yo tengo un regalo para tu hermanito, ¿quieres verlo? – Hae no
notó cuando el hombre le tomó el brazo y rasgó su camisa, pero al intentar luchar
ya era tarde, el otro ya le había clavado la aguja. Sintió un terrible ardor en
sus venas. Dolor y más dolor comenzó a sentir desde el brazo hasta el resto de
su cuerpo. Cuando llegó a la punta de sus dedos del pie, solo cayó al suelo. No
se podía levantar, ni ver hacia un lugar en particular, sus ojos solo se
desviaban -. Es algo nuevo. Espero que mi sujeto 11 no muera como los demás…
Y una escalofriante
carcajada salió de los labios del hombre.
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